“En diversas culturas hay narraciones que incluyen a gigantes, titanes, nefilims, etc. Estos, gracias a su tamaño, se ocupan de tareas que influencian a todos. Su moral no necesariamente es equivalente a la humana, porque la amplitud de su mirada y de su tiempo son otros. Cada tanto se muestran, pero solo se perciben cuando se abren otros ojos...
La Señora es gigante, su espalda es del tamaño de todos los desiertos juntos, su columna como la Gran Muralla, su corazón del tamaño de África, sus ojos dos pirámides, su frondosa cabellera inspiró a las selvas tropicales, sus brazos largos como el cometa, su rostro límpido como las llanuras de América, sus hombros poderosos del tamaño de las grandes cadenas montañosas, sus pies firmes como los polos. Así se podría describir cada parte de su cuerpo, que, sin embargo, es armónico y equilibrado, excepto por sus brazos, que son los que más utiliza...
Revuelve un gran caldero, que se mantiene en ebullición gracias al fuego que las maderas y los huesos alimentan. La circunferencia de la olla es enorme, su diámetro es equivalente al ecuador del planeta azul...
Completa una vuelta con su gran cuchara al ritmo de la órbita solar. Su herramienta de madera está hecha con secuoyas unidas. A veces gira el contenido en sentido dextrógiro y otras en sentido antihorario. Dentro del recipiente hay elementos de todas las regiones, ingredientes inimaginables que horrorizarían a muchos. Por momentos acelera el giro y en otros para, bien para alimentar el fuego o retirar combustible y así bajar la ebullición. De esta suerte, el ritmo de los movimientos no es constante, por el contrario, es variable.
El “alimento” no está listo, aún hay ingredientes que se resisten a su cocción, pero, aun así, el proceso es inevitable; solo se requerirá más tiempo. Y a la Señora Gigante, a pesar de su elevadísima edad, tiempo le sobra...
Ella viene alimentando a la humanidad desde antes de la “conciencia”, aunque ciertamente el caldero y los elementos nunca fueron tan grandes ni tantos...
Esta señora tiene a Clio como musa y la conocemos como: La Historia...”
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