En principio hay que recordar cuáles aspectos engloba el término que titula este articulo y la RAE nos dice: “Conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo”. Es decir, que podemos decir que cuando se habla de ella se está haciendo referencia a un conjunto de rasgos distintivos, espirituales, materiales que incluye a las artes, las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales, el idioma, los sistemas de valores, creencias, tradiciones y Mitos.
No se puede subestimar este conjunto de elementos que conforman la vida interior de individuos y pueblos. Silo lo define como “Paisaje”, marcando así la diversidad de componentes que allí existen, también los distintos “niveles” o importancias en la ubicación de los contenidos. Además, los vínculos que hay entre ellos, por ejemplo, si hoy el paisaje esta nublado todo tendrá ese tono; si desaparece un ingrediente y dependiendo de su valor, se afectará todo el “cuadro”, etc. Esta dinámica es incesante y más o menos rápida dependiendo de factores individuales, colectivos e históricos. Siempre aparece el ejemplo del caleidoscopio que, con sus movimientos, muestra esta solidaridad entre todas las partes.
Todo esto se va incorporando de manera fundamental desde el nacimiento y ya, a determinada edad, “se es parte de una cultura” y así alguien se proyectará al mundo. No hay que creer que esto es uniformidad, no, siempre estará la singularidad, los matices, aunque todo ello se manifieste en una suerte de ambiente compartido con muchos.
Este contexto es necesario para poder referirnos a la temática que interesaba plasmar en esta nota. Cuando se habla de la “decadencia” de una cultura se está haciendo referencia a que, en ese paisaje común, algo dejo de ocupar el lugar que tenía en generaciones o épocas anteriores. Si era un elemento importante, su modificación ira arrastrando a todo el conjunto. Si además se acelera el consumo de elementos de otras culturas se irán incorporando modas, valores y demás elementos que llegan “codificados” en esos objetos, así se ira acelerando la modificación del paisaje que, poco a poco, será un nostálgico recuerdo para algunos o la “realidad” para otros.
Este proceso imparable, que se retroalimenta solo, siempre incita a conservadores y reaccionarios a “volver” a épocas anteriores o “frenar” los cambios. La Historia y la vida personal muestra que tarde o temprano las trasformaciones se van consolidando y es una ilusión “volver” aunque se enarbolen éxitos coyunturales.
Hoy asistimos a una buena mezcla o, a veces choques, de todas las culturas, dada las condiciones únicas en la Historia de mundialización (contacto e intercambio de todos los puntos). Así, hay culturas que buscan prevalecer e imponerse sobre otras, tendencia que es en general violenta. Siguen una estúpida idea de que es la mejor y la definitiva y que los demás deben someterse a ella.
Llevará un tiempo más, advertir que deberá nacer una Nueva Cultura que abrigue y concilie todas las diversidades sin que por eso deban abandonarse los propios “colores”.
Se trata que, en el crisol de la “maduración”, se advierta que Todos ganamos si somos más humanos (incluso los que creen que ya están ganando).
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