Se está instalando una ideología, que no es nueva, que plantea que el progreso civilizatorio se basa en la búsqueda de ganancias, que la mejor aptitud humana es comprar, producir y vender. Esta visión privilegia esta característica sobre el resto de posibilidades, motivaciones y aspiraciones humanas. La estrechez de este pensamiento es patética y tiene la peligrosidad de que es aplicado a todo: al ser humano en sus distintos momentos vitales y situaciones, a la naturaleza, a la organización social, etc.Se puede relatar la Historia desde este punto de vista, se puede ver el presente y proyectar el futuro. Salen a la superficie, justamente cuando el dinero como máximo valor, viene a llenar el hueco que dejaron otros valores vaciados de significado. Aunque hay que decir que durará poco, es muy difícil de mantener este enfoque a lo largo del tiempo, será breve, como esa renguera producto de la pierna dormida…
No se puede saber lo que le pasa a la gente, sin embargo, si se observa lo que sucede con muchas de las personas con los que uno conecta habitualmente. Allí las cosas se mueven por otras motivaciones y guiados por otras aspiraciones, donde muchas veces se hacen los mejores esfuerzos, justamente, cuando no hay ninguna recompensa material.
Una cosa es el “chantaje” más o menos consensuado que existe para vivir con las condiciones mínimas y otra es atribuirle a ese mercadeo ser el motor de la Historia.
No se pude creer en los envenenadores de la vida, cuando la experiencia simple que uno tiene, se opone diametralmente a sus enunciados.
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