Hoy se plantea como idea “salvadora” el orden o la capacidad de ordenar las situaciones sociales. Es una idea que se puede “sentir bien”, aunque hay que decirlo: esta propuesta es falsa, solo es una ilusión. Lo que fundamenta esta afirmación, no es la negación del desorden, sino el origen de éste.
El actual “desorden” es un fotograma de una película más larga. Esta película habla de la decadencia y de las crisis de cambio que ésta impone. No se pueden acomodar las cosas, más que brevemente, cuando lo que existe es un temblor mayor que agita las estabilidades en todos los campos. Esa pretendida “acomodación” durará brevemente, pues lo que genera el movimiento, está lejos del control de alguna intención. Los ilusos que crean en esta capacidad de ordenar, luego de fallarles los intentos, aumentarán el control o la represión y no harán autocritica ni cambios, así, solo aumentaran el desorden que quisieron combatir.
Otros pretenden acometer el desorden buscando respuestas del pasado. Se proponen soluciones, desde modelos antiguos de épocas de poca población y de distintas sumisiones que permitían que muchas cosas se hicieran sin grandes inconvenientes. Ignorando que, una de las razones del desorden actual, es haber utilizado esas ideas en el pasado. El avance de esto, procesalmente, será una regresión...
Hoy parece que “lo desalmado” tiene justificación, pero es falso, es una coyuntura más de una crisis general del sistema, de gran magnitud, extensión y violencia.
La materia densa, músculos, viseras y cosas mal acomodadas en la cabeza, son el origen del “desorden” y este estado es el que genera la barrera que impide que lleguen las señales del alma y una de sus traducciones: la compasión.
En todo este “caos”, hay algo que es claro: Apoyar lo desalmado, desalma…
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