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¿Señales?

jueves, 27 de febrero de 2020

En los últimos días y a raíz de la cuestión del “corona virus”, surgió una noticia referida a una supuesta anticipación que consta en un libro editado en 1981 que menciona coincidentemente el mismo año y la misma ciudad, donde se inició la actual crisis infecciosa.

Rápidamente comencé a juntar algo de información sobre lo que se decía en distintos portales y me asomé, una vez más, al tema...

Aquí se presenta una breve lista que incluye al escritor en cuestión y a otros autores a los que se les atribuye, dentro de sus obras literarias, el fenómeno de anticipaciones:

Dean R. Koontz (1945-) es un escritor estadounidense. Desde 1969 se dedica exclusivamente a escribir. Sus novelas han sido traducidas a 17 lenguas y algunas de ellas se han llevado al cine y a la televisión.
Relató, en una obra publicada en 1981: “Los ojos de la oscuridad”, la irrupción en el mundo del siglo XXI, concretamente “alrededor del año 2020”, de un arma biológica denominada “virus Wuhan-400”. Las alusiones a la epidemia aparecen en el capítulo 39 y forman parte de una trama secundaria de la historia. Pero las coincidencias con la alerta sanitaria lanzada por la OMS llama la atención. Él habla de algo parecido a una neumonía que se expande, aparentemente inmune a los tratamientos convencionales. Y es verdad también que sitúa su origen justo en un laboratorio militar en Wuhan, el epicentro de la epidemia en China.

También se menciona a: la estadounidense Katherine Kressmann Taylor (1903-1996) que lanzó en 1938 una lúcida advertencia contra la demencia nazi y el horror de los campos de concentración, mucho antes de que se conociera esa locura. Lo hizo en la novela: “Paradero desconocido”.

El alemán Emil Ludwig (1903-1996). En su ensayo “Tres dictadores”: Hitler, Mussolini y Stalin, adelanta el desastroso final del pacto Ribbentrop-Molotov, los juicios de Nuremberg y la división de Alemania en dos bloques, entre otros muchos acontecimientos. Su obra se publicó en 1939, cuando la Segunda Guerra Mundial acababa de comenzar.

Jules Gabriel Verne, conocido en los países hispanohablantes como Julio Verne (1828-1905), fue un escritor, poeta y dramaturgo francés célebre por su profunda influencia en el género literario de la ciencia ficción.
En 1863, a raíz del éxito de su tercera novela, viaja a Estados Unidos en un ciclo de conferencias. Dos años después publica la historia de un viaje a la Luna en dos partes: De la Tierra a la Luna y Alrededor de la Luna. Existen varias similitudes con el primer verdadero viaje a la Luna, el del Apolo 8 en 1968: en la nave viajan tres astronautas, Estados Unidos es el promotor y productor de la hazaña, despegan desde el estado de Florida, escapan de la gravedad terrestre a 11 km por segundo, requieren de 150 horas de viaje para llegar a la Luna, no alunizan sino que orbitan varias veces alrededor del satélite, y luego regresan a la Tierra, etc.

Finalmente tenemos: “La narración de Arthur Gordon Pym” es la única novela de su autor, el estadounidense Edgar Allan Poe (1809-1849) aparecida primero por entregas y posteriormente en forma de libro, en la ciudad de Nueva York, en el año 1838. El argumento de la novela habla que el protagonista, Arthur Gordon Pym, se embarca clandestinamente en el barco ballenero Grampus. Tras muchas experiencias y desgracias (motines, naufragios, canibalismo, guerras con nativos) que ponen en riesgo su vida, se interna en parajes de los mares antárticos, hasta que sufre una revelación con la que culmina la historia.
Cuarenta y seis años después, en 1884, el yate Mignonette, con cuatro tripulantes, salió de Inglaterra con rumbo a Sídney y naufragó en el Atlántico Sur. Luego de semanas sin comida, los náufragos decidieron que uno de ellos debería ser sacrificado como alimento para los otros tres, al igual que en la novela de Poe. El perdedor fue un joven grumete llamado Richard Parker, el mismo nombre del personaje ficticio de Poe...

Al revisar estos textos nos encontramos con diferentes maneras de “anticipar”, en algunos casos se trata de la pintura de “cuadros” de un futuro probable que seguramente ya existía en “embrión” cuando la imaginación de los autores lo tradujeron, proyectaron y completaron. Luego, una mirada particular comenzó a encontrar similitudes o coincidencias. Aunque seguramente para esos escritores se trato de información y la concurrencia de argumentos e imágenes que en su vida cotidiana iban completando la novela, sin mayores clasificaciones. Me refiero a que no aparecían como: “esto es ficción”, “esto es anticipación”, etc.

Por otra parte están los casos de Poe que anticipa una imagen general (las aventuras en barcos eran materia prima de la imaginería de la época) pero particulariza detalles y un nombre exacto de algo que casi cincuenta años después se daría en la realidad.

Por último dejamos en “observación” este caso del autor contemporáneo (Koontz) que combina en su novela descripciones de argumentos que son parte de los contenidos de la imaginación general de los últimos cincuenta años, en distintos niveles de desarrollo. Aunque nos quedan las preguntas respecto a los detalles más específicos que son: de las infinitas ubicaciones posibles ¿tuvo que elegir precisamente esa (la ciudad china)? y de todo el futuro que podía imaginar en 1981 ¿tuvo que elegir el año 2020?

A modo de hipótesis concluimos lo siguiente: lejos de personalizar estas anticipaciones, creemos que a los autores les “llegaron” como llegan los distintos argumentos, estudio, investigación, reflexión, ocurrencia, sueños, intuiciones, percepciones, etc. Todas estas formas “trabajan” simultáneamente para el interés de cada persona, así se van incorporando en el texto de la vida, los diferentes “argumentos” e imágenes en los que se desarrolla la cotidianidad.

En todo ese fluir no resulta sencillo diferenciar de dónde provienen las imágenes, por ejemplo: quién no ha tenido sueños con personas desconocidas, en paisajes desconocidos y con argumentos nuevos, quién no a tenido un pálpito, etc.

Entonces, son cosas que surgen en un determinado presente y que luego, en el futuro, se las reconoce como anticipación, a veces más allá del tiempo de vida de quien las expresó. Ademas, no hay indicios que confirmen que los autores hicieron esas especificaciones con la conciencia de que era un dato cierto del futuro. Lo cual indica que, aparentemente, no resultan actos intencionales o manejables por cada individuo.

Pero, sin embargo, allí están...

Quizás se traten de señales de un espacio ignoto que todavía no alcanzamos a decodificar y que constituye el verdadero “nuevo mundo” que tendremos que aprender a mirar...

Postdata: Recuerdo de las “señales”

La virtud de los escritores, es que las consignan como parte de su producción. Pero cuántos de estos fulgores hemos tenido las personas en general? Quizás muchos pero han desaparecido de la memoria “corriente”...

Sólo como ejemplo: cuántas veces en la vida alguien vio una estrella fugaz? Seguramente unas cuantas, sin embargo no se pueden recordar o enumerar y menos tal vez, los pensamientos que concurrieron en cada ocasión...

Quizás se pueda construir algún tipo de instrumento que permita fijar esas “señales” (describiendo el fenómeno y las ocurrencias inmediatas al respecto). Como enseña la Historia, son válidos todos los métodos que hasta aquí, la humanidad utilizó, para recordar y comunicar.


Foto: la elección de la imagen de una libélula fue inspirada por un relato de la amiga Patricia Sili.

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