Se trata, basicamente, de una convención expresada en leyes y normas. Sus ejecutores son individuos influenciables a la hora de impartirla. Como todo individuo, tienen familias, debilidades, expectativas personales, etc. Quien las conoce y puede, es capaz de afectarlos o “comprarlos”.
Toda su “independencia” y el cierto aislamiento que ostentan, no esta claro si es útil para preservar su buen juicio o para ocultar sus maniobras.
Cuando los argumentos de juicio varían con los colores políticos y no, con la guía que dan los artículos y las leyes todo cae en la desconfianza y nada convence a quien aceptó el “juicio” de la noticia.
Para un observador neutral son poco creíbles los argumentos “legales”, tanto de unos como de otros, cuando se basan en gustos o afinidades políticas.
En este punto hay que decir: por el momento es necesario que exista la justicia y quienes la impartan, pero hay que mejorar todo su funcionamiento...
Mientras esto no suceda, prefiero confiar en el “juicio de las acciones”. Existen ciertas principios y leyes universales que, en la medida que se tienen en cuenta, guían hacia lo bueno y cuando ésto no sucede se multiplican y atraen más piedras para el camino...
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