En todas las épocas aparecen puntos en distintas partes del mundo que ofician de “centros”, culturales, tecnológicos y de otros aspectos. Las características de ellos nos hablan de los valores con los que tiñen al resto de las ciudades y sus gentes. De alguna manera muestran el “signo de los tiempos”.
Decir hoy que, Wall Street es un centro, muestra el valor que se exporta hacia todos los puntos de influencia. O que tal ciudad es el centro de la moda, la meca del cine, etc.
Cada mención que se hace a lugares de referencia nos habla de los atributos que se persiguen y admiran y que resultan como guías para hacer propuestas y tomar decisiones en el campo que corresponda.
Esta mecánica tiene sus razones. Hay además ciertas jerarquías, la bolsa de New York es más influyente que otras centralidades más sectoriales.
Este centro ha venido proyectando, superficialidad, egoísmo, insensibilidad y todo aquello que pone al dinero en el altar de los dioses de la época. Dinero que cada vez tienen menos. Es tiempo de buscar otro “centro”, lejos de la superficialidad y “mirando” para adentro...
Todos necesitamos de referencias, de algún “centro” que no se mueva y que de una dirección a la vida. Este centro puede ser externo pero rezonará con aquello que se elija como centro interno, como experiencia interna fundamental a la que se aspira. Estos “lugares” ya existen en muchos países...
Hay una mención de Silo, que es una ayuda en la reflexión en torno a la búsqueda de un centro interno: “No hay sentido en la vida si todo termina con la muerte.”
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