Para graficar solamente: es más fácil mantener la cantidad de energía que se genera para el consumo de cierta población que, invertir en mayores equipamientos para aumentar el número de beneficiados.
Las ciudades se colapsan por la creciente cantidad de autos, que mediante algunos sistemas políticos y coyunturas, llevan a facilitar el acceso a ellos. Uno de los culpables a demonizar son los llamados “populismos” que fomentan el ascenso, aunque medido, de las clases bajas (hoy plagadas de defectos!!).
Las posturas anti-consumo van ganando terreno y en parte tienen razón, pero no hay que permitir que se incluya allí a las necesidades básicas, piso ineludible para otras pretensiones.
También se hace “bandolerismo” acusando de daños ecológicos al exceso de consumo, sin embargo ésta realidad indiscutible, tiene matices y hay que despejar del tema, a los intereses políticos de ocasión.
Una inmediata solución que se va viendo es, producir el camino inverso, es decir desenganchar de la clase media a grupos que aterricen en la pobreza. Esto lo hacen distraídamente “trabajando por la mejora de los países”. Pero la verdad es que, más allá de las limitaciones económicas que se puedan esgrimir, no tienen la concepción de incluir a todos los habitantes en, al menos, grados diferentes de lo que llaman “capas medias”. Pues esto implicaría que el sistema mismo se “revolucione” concibiendo formas de transformación de sus valores y escalas, esto se ve difícil...
Por ahora es más fácil (o sustentable como les gusta decir) disminuir a las clases medias. Por eso se escuchará decir: “hasta pronto aire acondicionado...”
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