Así, se dijo hace ya 2.447 años: “Con medidas ha medido los tiempos, y con números los ha numerado, y nada cambia ni se mueve hasta que la medida está colmada” (Del Libro de Esdras).
La razón, al pasar el tiempo, es agotada y llevada a nuevos límites. Esto, hoy, se está expresando en diversos campos, la ciencia es un caso paradigmático. Muchos ateístas radicales, comenzaron a plantearse dudas…
Hoy se le escucha decir a uno: ”Una deidad o súper-inteligencia es la única explicación aceptable para el origen de la vida y la complejidad de la naturaleza.”
También a otro: “A medida que los bioquímicos profundizan en sus descubrimientos acerca de la tremenda complejidad de la vida, resulta evidente que las posibilidades de un origen accidental son tan pequeñas que deben descartarse por completo. La vida no puede haberse producido por casualidad.”
Además dicen: “Cada año que pasa (…) menos posible me parece que una sopa química pueda generar por arte de magia el código genético. Se me hizo palpable que la diferencia entre la vida y la no-vida era ontológica (por ejemplo argumentos sobre la existencia de dios) y no química”.
Afirman que: “Es imposible la evolución por azar. Las nuevas tecnologías, con su capacidad de manejar un gran volumen de datos, revelan no solamente que éste no existe, sino que su observación a gran escala muestra regularidades. De modo que la palabra “azar” no sería más que el nombre que damos a procesos que desconocemos.”
Veremos que hacen los científicos ahora que las cosas se están moviendo mucho (descontando los casos de los que ya se entregaron al dinero). Pues muchos de ellos, se comienzan a enfrentar a una paradoja: regresar a los libros antiguos de aquellos que, en su momento fueron sus perseguidores, es decir, ir por lo menos 500 años atrás o aventurarse, sin dogmas, hacia una nueva espiritualidad...
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