Por mi parte sabía lo que el ave estaba haciendo, manteniendo los necesarios y constantes 37 grados, debajo de su cuerpo, eso le permitiría cumplir su misión de reproducirse.
En un instante y ante la adversidad del clima, me sentí muy cercano a ella, dándole mi apoyo, desde la ventana.
Que simple que es cumplir los mandatos de la vida, pensé! Cuanta decisión que hay en ella por hacer lo que debe hacer!
Cuánto nos hemos complicado los seres humanos con tantas historias, que las razas, que los países, que las morales, que las formas de gobiernos, que los bancos, que las confrontaciones religiosas y las guerras. Tanta cosa! Tanta cosa!
Llenado todo de palabras, dimes y diretes, que la aristocracia, la monarquía, los honorables, los ceos, lo que está bien y lo que está mal.
Hablar de lo simple de la vida, puede significar glorificar lo instintivo, lo puramente biológico, lo mecánico y poner a los animales en una sobreestimada valoración, para ubicarnos hacia abajo en esa escala de conductas.
Pero, también hay que decir: no existe ninguna razón de peso, que al considerar a "los mandatos simples de la vida", nos obligue a retroceder en nuestra ubicación biológica, pues también, despojados de todo lo accesorio y del palabrerío, nos podemos encontrar con lo esencialmente humano…
No hay comentarios:
Publicar un comentario