En éste sentido al poco de iniciar con la propuesta, al despertar, comenzaron a presentarse el recuerdo de algunos sueños, así comprendí la utilidad de tener cierta “reciprocidad” con ese nivel de conciencia, registrando de alguna manera los argumentos de los sueños y ademas, de acuerdo a mi propia interpretación, conducir ciertas acciones en la vida cotidiana hacia escenarios y situaciones que los “mensajes” del sueño me fueron sugiriendo. Me refiero a cuestiones pendientes, visitas a ciertos lugares, etc. Esa ligazón entre el sueño y la actividad vigílica tuvo consecuencias novedosas.
Continuando ahora en el intento de pulir ese espacio tosco que me separa del tema de los “milagros”, avanzaré en algunos aspectos que me surgieron luego de las primeras reflexiones sobre el asunto.
La fuerza del acto, independientemente del objeto, es un tema a considerar. Si bien, en general, ésta se me aparece como una sola secuencia, en realidad hay una necesidad (acto) y distintos objetos que, acertados o no, posibilitarían la satisfacción de lo necesitado y que direccionan la fuerza del acto hacia ese “algo”.
No es lo mismo experimentar el “sin-sentido” sin nada aparente que lo "resuelva", a no querer experimentarlo e ir rápidamente hacia algún objeto que lo compense, por ejemplo: el dinero, un viaje, etc., etc.
De esta manera eso se puede ir intensificando hasta llegar a producirse un estado de conciencia mágica que en su defensa va “cargando” objetos externos (genéricamente conocidos como talismanes) para “defenderse” de posibles situaciones externas, pero digámoslo, también en defensa de la irrupción de contenidos internos que no se sabe cómo enfrentar. Estos objetos claro que no se limitan a piedras o símbolos, tampoco importan cuáles sean sino más bien importa el tipo de relación y el significado que tengan para el “creyente”.
Hay cosas que dependen de la acción humana y recién cuando se llega a sus límites, puede surgir un clamor orientado a un mundo sin objetos pero pleno de significados. Desde allí se pueden esperar estos fenómenos a los que nos referimos como “milagros”.
Estos límites no creo que sean generales, creo más bien que son para cada individuo particular y así se cumple la afirmación libertaria que dice: “cada cual verá...”.
Cuando ya se agotan las explicaciones más obvias se pueden considerar factores “extraños”, pero ir raudamente a las explicaciones “lejanas” siempre tiene algo de sospechoso.
Yendo a ejemplos, no puedo esperar dar bien un examen sin haber estudiado y recostarme a la espera de una solución que venga de la bóveda celeste. Aun si esto sucediera y apruebo la demanda, primero existirán razones cercanas para explicarlo, por ejemplo: simpatías, humores, etc.
Me imagino más el caso del andinista que habiendo agotado sus reservas físicas en el intento de hacer cumbre, cae de rodillas y clama al cielo y por alguna extraña razón, ve o imagina una figura luminosa que le transmite una “fuerza" afectuosa que lo pone en pié y logra, revitalizado, continuar en su ascenso.
En este caso ya se agotaron los recursos humanos de ese individuo y se refiere a otro espacio fuera de esos límites. Por supuesto que habrán explicaciones e interpretaciones de lo que sucedió, pero el hecho y la vivencia serán indiscutibles.
Es interesante destacar que los mecanismos que pusieron en marcha los fenómenos que podemos encuadrar como milagros, más allá de sus escalas, han tenido en común algunos de estos particulares procedimientos. Quiero decir, si bien no he recibido la misión de garantizar la continuidad de la vida en el planeta puedo de todas maneras, en mi propia escala, poner en marcha un proceder interno equivalente al que utilizó Noé, por ejemplo. Conviene diferenciar los procedimientos de las escalas.
Quizás hoy millones de seres humanos están ante una verdadera necesidad de que se manifieste “otra cosa”, sin embargo todavía se busca en los objetos que propone la época y paradógicamente, en su persecución, uno se va alejando de la salida.
Pero en el futuro siempre estará el fracaso como posibilidad y desde allí la opción de búsquedas más interesantes.
Continuando ahora en el intento de pulir ese espacio tosco que me separa del tema de los “milagros”, avanzaré en algunos aspectos que me surgieron luego de las primeras reflexiones sobre el asunto.
La fuerza del acto, independientemente del objeto, es un tema a considerar. Si bien, en general, ésta se me aparece como una sola secuencia, en realidad hay una necesidad (acto) y distintos objetos que, acertados o no, posibilitarían la satisfacción de lo necesitado y que direccionan la fuerza del acto hacia ese “algo”.
No es lo mismo experimentar el “sin-sentido” sin nada aparente que lo "resuelva", a no querer experimentarlo e ir rápidamente hacia algún objeto que lo compense, por ejemplo: el dinero, un viaje, etc., etc.
De esta manera eso se puede ir intensificando hasta llegar a producirse un estado de conciencia mágica que en su defensa va “cargando” objetos externos (genéricamente conocidos como talismanes) para “defenderse” de posibles situaciones externas, pero digámoslo, también en defensa de la irrupción de contenidos internos que no se sabe cómo enfrentar. Estos objetos claro que no se limitan a piedras o símbolos, tampoco importan cuáles sean sino más bien importa el tipo de relación y el significado que tengan para el “creyente”.
Hay cosas que dependen de la acción humana y recién cuando se llega a sus límites, puede surgir un clamor orientado a un mundo sin objetos pero pleno de significados. Desde allí se pueden esperar estos fenómenos a los que nos referimos como “milagros”.
Estos límites no creo que sean generales, creo más bien que son para cada individuo particular y así se cumple la afirmación libertaria que dice: “cada cual verá...”.
Cuando ya se agotan las explicaciones más obvias se pueden considerar factores “extraños”, pero ir raudamente a las explicaciones “lejanas” siempre tiene algo de sospechoso.
Yendo a ejemplos, no puedo esperar dar bien un examen sin haber estudiado y recostarme a la espera de una solución que venga de la bóveda celeste. Aun si esto sucediera y apruebo la demanda, primero existirán razones cercanas para explicarlo, por ejemplo: simpatías, humores, etc.
Me imagino más el caso del andinista que habiendo agotado sus reservas físicas en el intento de hacer cumbre, cae de rodillas y clama al cielo y por alguna extraña razón, ve o imagina una figura luminosa que le transmite una “fuerza" afectuosa que lo pone en pié y logra, revitalizado, continuar en su ascenso.
En este caso ya se agotaron los recursos humanos de ese individuo y se refiere a otro espacio fuera de esos límites. Por supuesto que habrán explicaciones e interpretaciones de lo que sucedió, pero el hecho y la vivencia serán indiscutibles.
Es interesante destacar que los mecanismos que pusieron en marcha los fenómenos que podemos encuadrar como milagros, más allá de sus escalas, han tenido en común algunos de estos particulares procedimientos. Quiero decir, si bien no he recibido la misión de garantizar la continuidad de la vida en el planeta puedo de todas maneras, en mi propia escala, poner en marcha un proceder interno equivalente al que utilizó Noé, por ejemplo. Conviene diferenciar los procedimientos de las escalas.
Quizás hoy millones de seres humanos están ante una verdadera necesidad de que se manifieste “otra cosa”, sin embargo todavía se busca en los objetos que propone la época y paradógicamente, en su persecución, uno se va alejando de la salida.
Pero en el futuro siempre estará el fracaso como posibilidad y desde allí la opción de búsquedas más interesantes.
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