No es un tema menor y abordarlo me requerirá despejar diferentes aspectos que, al menos a mi, me confunden.
Siempre tomé el tema de los milagros como una posible realidad lejana a mi vida. Como hechos que sucedieron en tiempos arcaicos y en condiciones particulares, producidos por seres extraordinarios.
Hoy intento observar de una manera más adulta, si se quiere, esa distancia o más bien ese espacio que separa o que existe entre el milagro y mi persona. Trataré de achicar la diferencia racionalmente, en principio, de manera de aclararme por que vía, si es que surge, debiera abordar el asunto o, como mínimo, buscar la posibilidad del milagro con verdadera esperanza.
Para comenzar hay un basto terreno que me impide ver con cierta claridad a esa área que me distancia. En ese terreno está la ignorancia de los hechos, de los significados y la consideración, un tanto ingenua, de todo el asunto. Creo que desde la infancia, donde fui informado de estas cuestiones, no hubo cambios significativos en mi relación con el milagro. En todo caso sí se fue incorporando esa palabra, para calificar cuestiones vulgares que no podrían suceder y que, de hacerlo, se tratarían de “milagros”. Esta “evolución” a la que me estoy refiriendo fue hacia un significado despojado de lo extraordinario y maravilloso, para mencionar a lo imposible o improbable en un terreno más mundano.
La lengua española se refiere al significado de milagro de este modo: se trata de un hecho no explicable por las leyes naturales (conocidas) y que se atribuye a una intervención sobrenatural de origen divino. También puede tratarse de un suceso o cosa rara, sobresaliente y fabuloso, sin implicar fuerzas divinas.
En todos los relatos religiosos aparecen estos eventos, en muchos de esos las fuerzas de la naturaleza actúan de manera impensable, respondiendo a clamores de individuos o pueblos. O bien, los dioses “mueven” estos fenómenos para lograr sus propósitos.
Pero sabemos que históricamente se fueron conociendo y explicando progresivamente muchos fenómenos físicos, astronómico, meteorológicos, que para algunos demuestran lo que en alguna antigüedad se le llamó “milagro”. Hay otros que consideran que en tiempos ideales los dioses estaban más cerca de los humanos y que estos eran escuchados y, los dioses atendiendo a sus demandas, producían prodigios que los simples mortales llamaron “milagros”.
En este sentido, considero, haciendo un ejercicio de imaginación, que muchas de las cosas que manejamos hoy (tecnológicas por ejemplo) hace algunos cientos de años podrían haberse tomado como milagros...
Es decir que hasta aquí me queda claro que hay terrenos donde “lo milagroso” encuadra hechos que aun no son posibles o para los cuales no existen explicaciones. Así como eso sucedió en el pasado y que luego algún avance lo explicó, no podemos descartar que nosotros, aun colmados de saberes, mantengamos un muy extendido territorio de ignorancia.
Sin embargo hay otro aspecto que me resulta interesante en esto de la relación con el milagro y el “espacio” desde donde puede provenir (dioses, lo sagrado, el universo, etc.). Que ni siquiera la explicación, que el paso del tiempo fue dando al fenómeno, le puede quitar interés.
Por ejemplo, se dice que Moisés cuando se enfrentó al mar Rojo, esperó el milagro y éste se produjo cuando se abrieron las aguas en dos. Hoy algunos explican que se trató de un hecho físico relacionados con las mareas y un fenómenos meteorológico, aspectos que permitieron la aparición del evento.
Creo que desde el punto de vista religiosos no es útil polemizar y defender posiciones, al menos para mí. Pues creo que tanto la postura religiosa como la “científica”, tienen aspectos acertados aunque ninguna es completa. Me explico, aun si hubiera consistido en un fenómeno explicable, como es posible hacerlo hoy, con satélites, mapas meteorológico, registros históricos de eventos, etc. etc. eran elementos ausentes hace miles de años. Entonces ¿Cómo se pudo saber sobre eso que iba a acontecer y acertar el momento preciso? Esto continua quedando en un terreno milagroso... Qué tipo de información tenía Moisés que lo llevó a poner entre el agua y sus perseguidores egipcios, a miles de personas esperando un fenómeno de la naturaleza...
También se puede creer que estas historias, se trataron de leyendas y alegorías para explicar cosas simples, aun en este caso ponen ante interrogantes que no lo resuelve fácilmente ni el dogma ni la ciencia.
No me son suficientes una excesiva idealización del mundo arcaico, como tampoco resulta serlo un materialismo anecdótico en exceso.
Hay al parecer allí en el medio un tema muy interesante y que evidencia algo posible, al menos en concepto.
Para comenzar, si aquellos extraordinarios individuos morían, eran personas como nosotros. Con dudas, certezas, proyectos, etc. Lejos de intentar vulgarizarlos con estas observaciones, intento peraltar nuestras posibilidades. Pues de qué nos serviría comparar el modo en que nos ganamos la vida hoy, con el modo en que lo hacia cualquier personalidad espiritual de la historia. No esta ahí su mensaje y es en ese sentido que hablo de las posibilidades de elevarnos.
Entonces hay que concentrase en el mensaje para acercarse a ese espacio donde lo milagroso es posible. Quitando toda superstición u otros tipos de distancia y también dejando de lado la explicación que puede darse desde el cientificismo que lo aplasta todo.
Por ejemplo, qué pasaría si se comenzara a llevar un registro de los sueños, un “mundo” que en muchas ocasiones les ha expresado diferentes hechos a los “iluminados”. Es sabido que el 30 % de la vida la transcurrimos en ese singular estado. Dado que es difícil recordar lo que hicimos hace 10 días, más aun será lo que soñamos o si es que efectivamente lo hicimos.
Comenzar con un seguimiento y exploración del sueño puede ser algo posible y “a la mano”. Aunque solo sirva para darle mayor volumen y atención al tiempo que transcurrimos en él.
¿Qué tiene que ver esto con el milagro? En principio nada, pero sí es una buena manera de exponerse a un mundo que no “manejamos” del todo y donde se pueden expresar situaciones, al igual que en la vida cotidiana, rutinarias y que no merecen mayor atención, pero también pueden aparecer allí hechos extraordinarios, como nos ilustra ampliamente la Historia.
La pregunta es ¿será que aquello a lo que se llama “posible” está limitado sólo por lo que se puede ver o comprobar en la vigilia en que trascurre la vida cotidiana?
¿Y si fuera posible desde otros estados, diferentes al vigílico, acceder a hechos no posibles o improbables?
Sin hacer un desarrollo de los niveles de conciencia más allá de lo conocido, teoría que nos aleja ahora de lo que se quiere plantear, sí podremos experimentar de inmediato con un nivel al que cotidianamente vamos: el sueño.
Se podría tomar un mes por ejemplo, o una semana, con una firme intención de soñar y registrar posteriormente el relato de lo soñado, por escrito o grabado. Con esta información al final del periodo pautado hacer una valoración de lo acontecido.
No se alimenta aquí la expectativa de lo milagroso, en todo caso, se aspira a ubicarse en una zona (fuera de lo racional) que acerque a ese “mundo”, a sus leyes y a tener registros de ese espacio, donde todo parece posible.
Ilustración: la imagen que acompaña esta nota fue tomada de "el Sueño de Polífilo", es una obra de Francesco Colonna (1467). La edición original apareció en Venecia en 1499, en la imprenta de Aldo Manucio, con importantes xilografías. Constituye una verdadera obra maestra del arte del libro, y obtuvo un gran éxito en el siglo XVI y en el siglo XVII, siendo traducido rápidamente a diversas lenguas.
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