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Paciencia

lunes, 5 de diciembre de 2016

La conciencia inspirada o mejor dicho sus producciones en el mundo pueden tener distintas “resonancia” con los demás, pueden efectivamente inspirar a otros o pueden no alcanzar a hacerlo. Nada asegura en principio el acierto o yerro de esa traducción. Me refiero a la resonancia o no, de conjuntos humanos, con los “paisajes” que se traducen en la producción.

Podemos interpretar esto también como el tipo de “frecuencia” en la que puede estar el receptor o, dicho de otro modo, quien lo recibe carece de la apertura necesaria para conectar con la manifestación inspirada. Eso de que “nadie es profeta en su tierra”, en este contexto, nos dice sobre las dificultades que se presentan en un medio conocido para advertir un cambio en el otro, en aquel que conocen de pequeño, por ejemplo. Esa historia y también otras muestran como se puede dificultar alcanzar una nueva disposición ante el “profeta” que permita separar, lo conocido de lo nuevo, que se puede estar expresando en éste hipotético individuo.

Hay ejemplos sobrados en la historia que demuestran esta realidad, esta falta de sintonía en un determinado momento histórico. La concordancia temporal de los inspirados con su tiempo suele tener un corrimiento, son como “adelantados”. Años después de inspiraciones que se materializaron en distintas obras, son reconocidas por otros y esos aportes pueden ser tomados como nuevas “cumbres” en el pensamiento, en el arte, etc. de la historia humana. En este contexto, tiene sentido decir: "el tiempo dirá...".

Por ejemplo, Nicolás Copérnico (1473-1543) publicó su obra cumbre1 el mismo año que murió. Cincuenta años después de esto, comienza a considerarse su teoría, pero, persiste una fuerte oposición desde el mundo de lo establecido, en el 1.600 queman en la hoguera a Giordano Bruno por sus ideas, algunas de ellas apoyadas, en la visión copernicana. Luego el apoyo determinante, a la teoría heliocéntrica, que dará Galileo Galilei la pondrá en el centro de las consideraciones.

Parece ser que la inspiración no asegura ni busca el éxito como devolución de todo el proceso. Si bien se la “comunica” de diferentes maneras, el circuito se completa con el intento, más allá de la resonancia que pueda alcanzar con el mundo. Tampoco el grado de acogida dará el indicador de acierto o desacierto de la traducción.

Con esta generalización se puede afirmar que, si la producciones de tantos inspirados eran alimentadas únicamente por el éxito ante sus contemporáneos, serian muchas las obras geniales que no habrían acontecido en la historia. No sólo respecto a la producción inspirada sino también a la disposición de ponerse en esa frecuencia. Por lo tanto la expectativa de algún tipo de éxito -que se pueda tener- al parecer no forma parte de la “ecuación” en la que estamos interesados.

Todo esto nos insinúa que, hay que regular las expectativas, éstas no son parte del principio que propone: "Si persigues un fin, te encadenas. Si todo lo que haces lo realizas como si fuera un fin en sí mismo, te liberas."2


1 Sobre las revoluciones de las esferas celestes”, año 1543. Teoría heliocéntrica del sistema solar. N. d. A.: Copérnico plantea que los planetas giran en torno al Sol (centro del Universo) y así se opuso al “geocentrismo”, que colocaba en el centro a la Tierra (Ver Ptolomeo, circa siglo I).

2 Silo, Los Principios, La Mirada Interna.

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