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¿Cómo estamos hoy?

martes, 25 de octubre de 2016

Dejando de lado muchos temas, me voy a enfocar en una situación especifica y por demás importante. Me refiero a lo que ya se definió como “furia destructora”(1). Esta “locura” está presente tanto en la base social, como lo atestiguan incidentes de todos los días, como también en las altas esferas de algunos de los gobiernos del mundo, como testimonian, los ataques bélicos y bombardeos; la indiferencia con los refugiados; los dobles discursos, que mantienen situaciones de crueldad, para continuar con ciertos negociados; la suspensión de dialogo entre potencias; etc.

Pero sobretodo el resurgir, sin disimulo, de las armas nucleares con un discurso que insinúa una “inevitable” (?) necesidad de utilizarlas.

Es necesario recordar que un misil termonuclear de ultima generación, viaja a una velocidad de más de 13.500 kilómetros por hora, esto quiere decir que puede ser disparado desde algún lugar de Asia y en 10 minutos llegar a Londres. Sólo con la utilización de uno de estos “monstruos” se puede destruir la superficie, por ejemplo, de un país como Francia. Velocidad, tiempo y poder de destrucción ponen a todo el mundo en un posible “frente de combate”.

Es cierto que en cada país hay muchos problemas domésticos y de urgencia, pero no seria una perdida de tiempo, exigir por todos los medios de los que se disponga, que nuestros gobiernos se pronuncien en todos los foros, contrarios a la utilización de armas nucleares.


(1) “Se escogió el concepto de abismo por las implicancias sicológicas que tiene y porque suscita registros del tipo del vértigo, asociados a una contradictoria sensación de atracción y rechazo. Esa atracción de la nada que vence en el suicidio o en la embriagadora furia destructora y que motiva al nihilismo de un individuo, de un grupo, o de una civilización.” (Conferencia de Silo dada en la XV Feria Internacional del Libro con motivo del lanzamiento de su obra “Humanizar la Tierra”. Buenos Aires, 13/04/1989).

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