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Momentos

jueves, 3 de noviembre de 2016

Lo humano está más allá de los yoes y las personalidades de cada generación y de cada época. A veces éstos traducen bien, otras veces retrasan y traducen mal. Pero más allá de todo hay un “algo” que va, que se desarrolla. Aunque se parcialicen estos procesos buscando un yo responsable, para que los otros yos lo entendamos, hay algo que avanza, que es trasfondo, que es impronta, que es intención y que no va para cualquier lado, su dirección es evolutiva.

Un impulso con la paciencia para encontrar siempre lo positivo y tirar para adelante a pesar de los desmanes y desatinos.
Cuando me encuentro con él, en mi interior o en la traducción que hace alguien, me siento humano. Cuando no lo experimento, soy simplemente yo, en este tiempo y espacio, pequeño instante de la historia, que se pretende eterno. Éste yo, avatar de lo profundamente humano que espera que nos abramos a su encuentro y que nos pongamos de acuerdo, en complemento.

Cuando veo desde el yo a otros, a las culturas, lenguas, tiempos y geografías, los suelo ver con extrañeza, como si viera el yo de otros pueblos, con adhesión o rechazo. Pero cuando puedo mirar el impulso de lo humano en ellos, desde mi propia humanidad, el encuentro es bienvenido.
¡Es tiempo de marchar juntos!

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