¡Estoy seguro que es posible!
Pero debo aclarar, que no me estoy refiriendo a una relación del tipo “animista”, atribuyendo al objeto en cuestión una entidad propia o intención hacia su “interlocutor”. Pero sí es posible una “comunicación” en tanto ese objeto sea, una especial representación interna, de quien lo contempla u opera con él. Para aclararlo más: si en el espacio interno del individuo, ese mineral, tiene significados y moviliza relaciones de datos y en general dispara “trenes” de actividad mental, emociones, acciones, etc. Efectivamente así, se puede sostener esa afirmación de que las piedras, a pesar de su existencia estática, enseñan.
También he de puntualizar que hay minerales por definición y que las rocas, por otro lado, son conjuntos de minerales; ademas el término “piedra” es vulgar y no utilizado por los especialistas. Pero en definitiva la composición química y la terminología de la geología no son relevantes para éste artículo.
Para no continuar teorizando y sin ejemplos voy a uno conocido, recordemos todo lo que “dispara” en las personas el "escaso" diamante o el "cálido" oro. Ciertamente esa piedra y ese metal mueven fuertemente cosas, no se puede negar todo lo que se hace para extraerlos de la madre tierra y para poseerlos; el intenso significado que tienen estos elementos en el interior de las personas. No es tema de esta nota la valoración que gira en torno a estos objetos, sólo ejemplificar como pueden resonar adentro de la gente unos objetos inanimados y como se le pueden atribuir significados. Ciertamente no son dos minerales comunes, son especialísimos pero, aun así, siguen siendo piedras/metales que activan emociones, deseos, etc.
Aclarado esto con lo que intento librarme por anticipado de algún calificativo que, ponga en duda mi cordura, voy a relatar lo que una vez me “dijo” una valiosa piedra:
“...En la oscuridad de esta larga noche veo una lluvia de estrellas, mientras termino los preparativos del entierro de la piedra...no se que pensar... pero en todo caso miro hacia el cielo, hacia lo alto...
De allí me surge la asimetría que existe entre el tiempo de la vida del Universo con el tiempo de la vida humana y del resto de las especies (hoy los siento con hermandad, pues, todos morimos...).
Me digo: y ¿si fuera todo un Plan colectivo? Vamos y luego venimos para darle nuevo impulso a la vida material: individuos, generaciones, el reino animal, vegetal. Si todo esto, en otro plano, fuera una Unidad y el verdadero enfoque no sea el que da ésta vida terrenal, sino el que da la mirada de la eternidad como Tiempo real. Así, la vida aquí es una manifestación más de la eternidad, un punto de aplicación, un proceso, un acto...
¡Que sentido se alcanza a intuir, que amplitud!
Que bueno es cuando esta comprensión y esta visión del mundo es traducida por humanos de distintas maneras, en los proyectos, en la relación con los demás, en el nacimiento y también en la muerte...
Estamos en el crisol de los dioses, en un proceso de transformación de millones de años, pasando por distintos pasos, hasta llegar a ellos... a ser como ellos...”
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