Qué esta pasando en el campo espiritual, qué “correntadas” se detectan. Responder a estas preguntas correctamente no es fácil, hacerlo de todas maneras sin pretender acierto resulta entusiasmante, pues al menos se aclarará lo que percibo.
Muy en líneas generales se reconoce que existe cierta fascinación y admiración por algunas corrientes “místicas” y modas que vienen desde oriente y otras más cercanas, aquellas de los pueblos originarios.
Tal vez esto muestra que hay alguna conciencia, que desde las actuales culturas, ya no se cuenta con conexión real hacia los “mundos espirituales”. Aunque existan propuestas religiosas tradicionales, para las mayorías estas sólo mantienen sus hábitos y rituales -su cascara-. Así se pueden repetir invocaciones o gestos ante alguna situación que lo requiera, pero, el coraje necesario para enfrentarlas, se suele buscar en cosas más bien materiales. Esto dice claramente en qué se cree o bien, muestra tragicómicamente que, ya no se cree...
En cuanto a cosas materiales o tangibles, me refiero a beber alcohol para darse valor, las drogas para dormir o para no dormir o no temer, el dinero como “protector” y apoyo para el futuro, la violencia como respuesta en lo mínimo del individuo hasta en lo máximo de los Estados. Las creencias fanatizadas que necesitan de la violencia y el odio para sobrevivir... y otras que fomentan “sueños alienantes” para permanecer...
Sin embargo no todo es así, pues existe y de manera extendida una cierta sensibilidad que experimenta a los otros como “amigos” o siente que hay buena gente en el mundo. Es una manera de sentir que no necesita una justificación espiritual o religiosa para expresarse. Hay sobrados ejemplos de esta sensibilidad y que de manera ejemplar se manifiesta alrededor del mundo cuando hay situaciones que lo requieren. Es algo que podemos llamar “sensibilidad humanista”, que no discrimina, que rechaza la violencia, que está abierta a nuevos conocimientos, que “pone el hombro” cuando hace falta, etc.
Pero claramente está también la posibilidad de abrirse a una búsqueda espiritual, a descubrir en uno mismo el sentimiento religioso, sin por ello comulgar con una religión en particular. Si ésta búsqueda es nueva, como todo “recién nacido” no tiene los rasgos bien definidos, ni una clara personalidad, es más, duerme más horas de las que se presenta activo. Su medio es el silencio de las expectativas y de los ruidos, ese vacío que prosigue al fracaso de los ensueños...
Aunque el “objeto” religioso no sea evidente, sí comienza a serlo la experiencia de necesidad y su “acto” de búsqueda.
En resumen, se puede oscilar entre gestos religiosos vacíos y rituales “materiales”, también tener una sensibilidad humanista, además a ésta se la puede hacer consciente y por último se puede encontrar una actitud mística ante la vida. No hay mejores ni peores opciones, pues en definitiva las cosas serán de acuerdo a lo que cada uno quiera... Pues todas las enseñanzas, son como un mapa que guía una trayectoria, pero, es con la experiencia en el andar del peregrino que se confirmará su exactitud.
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