Las medialunas marplatenses

Voy a relatar algo sobre mi relación con esta pieza de masa dulce, que aquí, se conoce como “medialuna de manteca". En Francia y otros países se le llama “croissante”, en Italia le dicen “cornetto” y "cachito" en Perú y Venezuela.

Se supone, en mi país, que las que se elaboran en la ciudad de Mar del Plata son las más deliciosas, por mi parte también lo sostengo. Éste respaldo se apoya en que las he probado en otras ciudades y en otros países y destaco la primacía de su calidad, cosa que he comprobado con el citado “trabajo de campo”. Debo mencionar que hace mucho tiempo que no como estos dulces y que no conozco experiencialmente la situación actual.

Recuerdo que en algunas ciudades del interior de Argentina por las que transité, existían panaderías que en su cartelería aseguraban hacer “medialunas marplatenses”, ciertamente las probé y aunque eran similares no alcanzaban la perfección de las originales.

Muchos se han preguntado por las razones de estas diferentes calidades y se ha ido instalando informalmente una creencia que afirma, como factor diferencial que hace únicas a estas medialunas, a la calidad del agua de la región en que se asienta la ciudad de Mar del Plata.

Por mi parte creo haber repetido esta explicación, así como en otros campos otras, comentarios que se afirman sin pensar y quedando luego de tal afirmación en un silencioso y precario “equilibrio universal”.

Sin embargo, nunca pude entender cuál era la influencia del agua en una receta de pastelería que no lleva, justamente agua... En todo caso sólo interviene en la higiene del artesano antes de emprender su labor y en el árabe “almíbar” que cubre su superficie dándole brillo y cierta pegocidad deliciosa y algo molesta, pero que no forma parte de la masa.

Pues si sólo fuera el factor -agua- bastaría con llevar varios litros y listo! Habría medialunas marplatenses allí donde llegue el agua del lugar.

La creencia respecto del agua, quizás fue algo que instaló la ignorancia o una manera de proteger “los secretos” de oficio y desviar la mirada hacia factores sin relevancia. Pero también puede estar mostrándonos que se naturalizan elementos que son parte de la construcción humana y en este caso, como en tantos otros, se desconoce el factor cultural que es en definitiva el que está contribuyendo en una producción.

Al afirmar “la causa es el agua” se está negando o dejando de lado alguna historia de acciones e intenciones humanas ( en este caso, el conocimiento de inmigrantes, formas de proceder, calidad de la materias primas elegidas, etc.) que son en definitiva la verdadera construcción de la que somos parte.