TwitterFacebookGoogle PlusEmail

Fotos del ´91

domingo, 7 de febrero de 2016

En estos días David, un amigo, compartió fotos de unos 25 años atrás. Éstas abrieron una franja de mi memoria que se actualizó y cobró volumen. Me refiero a que habitualmente los recuerdos están en uno, como un libro cerrado o una carpeta o un archivo “zip” y de tanto en tanto algún estímulo, una foto por ejemplo, abre alguna de esas “carpetas” y uno se pone en presencia de esos recuerdos y de algún modo los “revive”.

Luego de entregarme dulcemente a la nostalgia, ese mecanismo me llevó a una reflexión que comenzó con unas preguntas.

¿A dónde van a parar tantos hechos, acciones, afectos, vínculos, intentos, errores y aciertos? ¿dónde quedará toda esa intensidad vital compartida con tanta gente?

Porque así como en mí se abrieron carpetas, cada uno hace lo mismo y se multiplican de manera exponencial las imágenes y los recuerdos. Claramente todo esto está al abrigo de la memoria de cada cual, además de estar en otros objetos, fotos, videos, etc. Aun agotado el tiempo de vida de alguien, algo de él también queda en la memoria de los otros.

Hasta aquí más o menos así es lo que sucedió y sucede. Sin embargo en este caso me estoy preguntando ademas, por un cierto “espíritu” que movió tantos hechos y recuerdos. Aquello intangible que nos ligó y vinculó durante tantos años, aquel proyecto compartido que fue un “espacio físico y mental” en el que se produjeron tantas y tantas cosas.

Así como es en mi cuerpo, que se da la memoria, hay también diversidad de objetos que conservan memoria. Hasta aquí parece que el recuerdo, aunque sea algo intangible requiere de un espacio material para conservarse. Entonces cuál será en la actualidad “el cuerpo” que acumula la memoria de tantos y la infinidad de cosas hechas en muchos años de proyectos compartidos. Cuál es el cuerpo compartido y que trasciende a los cuerpos particulares que se suceden y sucederán. Dónde está ese “espíritu”, eso intangible que movió todo. O será que sólo quedará en la memoria de los individuos y que, mientras se pueda, rememoraremos con suave nostalgia.

Por su puesto que esto es una posibilidad, pero no es la única.

Hasta donde sabemos, no podemos asegurar la tangibilidad de los recuerdos, pero sí estamos seguros, que requieren de algún soporte material, un tipo de “cuerpo”. Aquellos que ya no están, siguen en nuestra memoria y no podemos afirmar nada más respecto al destino de sus recuerdos. Ya que no tienen un cuerpo; la percepción nos dice que su memoria ya no es más. Si bien no se puede cerrar aquí el tema, afirmando esto lo mantenemos en el terreno de lo que sí conocemos.

Los Parques de Estudio y Reflexión, son también espacios físicos de “memoria”, de continuidad presente de toda esa correntada de lo hecho y claro de proyección futura. Pues aunque allí no se puedan individualizar los hechos de cada cual, sí podrá alguien que llega a uno de estos espacios, captar de algún modo el mismo espíritu que nos movió en el pasado, nos da referencia en el presente y es propósito a futuro. Podrá conectar con eso intangible y más allá de todas las particularidades individuales y generacionales que fueron “entraña” de todo lo hecho.

En síntesis: ¿Dónde está la memoria viva de todo lo hecho y las imágenes de lo por hacer y cuál es su soporte físico?

¡El proyecto de los Parques de Estudio y Reflexión!

No hay comentarios:

Publicar un comentario