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¡Contemporáneos!

miércoles, 20 de enero de 2016

La caída de valores, los cambios acelerados, la aparición de la tecnología, infinidad de factores que han producido, en muy pocos años, un cambio del mundo muy grande y que, los contemporáneos de estos momentos, padecemos de diferentes maneras. Me estoy refiriendo a eso que, desde hace ya varios años, se viene llamando “crisis”. Crisis que no parece aminorar en su manifestación, por el contrario se agrava en su violencia y desintegración.

Delante de este panorama “una vida tranquila” parece convertirse en algo soñable pero improbable pues la aceleración de los cambios y eventos sacude toda escala de valores y creencias, que en muchos casos, se caen ya que nada puede mantenerse aislado de los acontecimientos. Esto va dejando al individuo ante un menú de opciones, en las que se puede apoyar, muy limitado.

Ante tal desorientación o rumbo confuso una respuesta básica es “achicarse” o encerrarse y desplegar un estilo vital apoyado en cosas que aun no se han “caído” o dicho más suavemente, puestas en duda, o también tomarse de “modas” que van surgiendo justamente ante el desborde de la crisis.

En suma pareciera que un emplazamiento ante la crisis es radicalizarse de alguna manera y reclamar que el resto se introduzca en la “cuadricula” en que se ha convertido mi vida. Vida que niega otras cuadriculas o como mínimo las ve con desconfianza y sin salida.

Creo que esto no sólo está pasándome a mi sino que esta acaeciendo en el mundo, donde la lucha por la “imposición de cuadriculas” esta cobrando nuevos ribetes y virulencias.

Se trata de un tema serio pues esta referido a la adaptación vital al momento histórico y tal vez al destino de éste.

Poniendo algunos ejemplos a lo que me refiero con “cuadriculas”, la familia, la religión, el tipo de alimentación, de educación, de amistades, etc. Espacios que van quedando más o menos reducidos y son: en los que “puedo confiar”. Se podrá decir que estos enmarques siempre existieron, ciertamente, pero aquí los estamos considerando como la “ultima frontera” donde refugiarse o como mínimo estar más seguros. Seria como el marco de una puerta que protege en ocasión de un terremoto.

Es seguro que si me radicalizo mis perfiles se hacen muy evidentes, pues me diferencio activamente de mi entorno, por el contrario si no lo hago pareciera que me desdibujo o como mínimo me desperfilo y no soy algo definido.

¿Cómo Ser sin extremismos y cómo Ser sin definiciones?

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Dado que el extremismo parece ser una respuesta mecánica para amortiguar tanto desvencije no lo considero posibilitario, sobre todo por su manifestación no intencional, no elegida y de consecuencias excluyentes.

El expediente de no ser nada definido, tampoco parece progresivo, pues aunque parezca “flexible” o adaptable e incluyente, en realidad es sólo una apariencia de la desorientación.

Éste razonamiento me está llevando a un lugar donde lo mecánico como respuesta o las acciones que disimulan no son interesantes o no tienen una utilidad para el proceso del individuo y de la sociedad (aunque parezcan útiles en la coyuntura). Éste emplazamiento al que me llevan estas reflexiones no está en ningún extremo, no es radical ni es su contrario, la cosa indefinida.

¿Cómo tener perfil y ser inclusivo (no repeler a los diferentes)? ¿Cómo ser flexible y a su vez tener perfil?

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El extremismo, para serlo, tiene que doblegar de algún modo a la razón, cortando así algunos aspectos del mundo. Lo desperfilado o tibio, por su parte hace lo propio, aunque se presente como "sensatez". En ambas posturas se abandona el “buen sentido”, o porque éste ya no encuentra donde hacer pié o porque sólo lo hace en un pequeño extremo de la vida.

¿Qué pasará en el futuro?

Por lo que se ve en la historia, lo radical o extremo tiende a dar referencias mucho más que lo indefinido. Aunque ambos tienen aspectos de astucia, también tienen en sí su trampa y los peligros que ésta depara.

En un mundo como el actual hiperconectado y policultural ¿qué extremismo se impondrá sobre los otros? ¿cómo lo intentará? ¿ganaremos todos? ¿ganará alguien?

La característica de este momento del planeta, también abriga la posibilidad, por primera vez en la historia, de una “Nación Humana Universal”. Esto nuevo se encuentra ante limitaciones que hasta estos tiempos no se habían expresado de manera contundente, no sólo se requiere un cambio en los individuos, sino de todas las estructuras que hasta aquí respondieron al fluir de otras formas de vida y no de las que ya se avizoran.

Esta primer “civilización planetaria” requiere también de nuevos valores, un tipo de “salto mental”, un nuevo emplazamiento intencional, pues no hay memoria de una situación de esta envergadura.

¿Cómo será el tránsito hacia allí? ¿Se optará por algún extremismo, o por lo desperfilado? O se buscará construir intencionalmente un “nuevo emplazamiento” dejando atrás el peso del viejo mundo, que en mezcla con lo nuevo y la crisis, corre en el caudaloso torrente de la contemporaneidad.

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Existen planteos que nos dan las respuestas, sin embargo es siempre desde el individuo que estas propuestas se motorizan, por lo tanto no es suficiente la existencia o conocimiento de una doctrina o ideología para que ellas sean una respuesta efectiva. No lo serán de manera cabal hasta tanto el individuo no se sintonice con ellas, intentando en lo posible no caer en extremismos o en las actitudes “descafeinadas” a las que mecánicamente nos empuja la época.

Tampoco se podrá negar por supuesto, toda la riqueza y particularidad que cada persona puede darle a esas propuestas.

Estos planteos nos ponen en presencia de lo verdaderamente importante y también de las experiencias que compartidas, alimentan en uno y en los demás los temas más relevantes para la vida. No se tratan de pequeños habitáculos o cuadriculas, por el contrario son inmensos y no tienen limites culturales ni geográficos.

Esta posibilidad de inclusión e irradiación tan amplia es un indicador justamente de que se trata de una respuesta posible para la actual situación mundial. Me refiero concretamente al Humanismo Universalista y al Mensaje de Silo.

No son propuestas extremistas ni tampoco indefinidas. Son amplias y superadoras de las actuales confrontaciones y desorientaciones.

No se tratan simplemente del “punto medio” entre los extremismos y la indefinición sino de un punto nuevo.
Es nuevo porque se trata de una mirada sobre la crisis que advierte en ella una posibilidad de cambio, este enfoque también reconoce la perspectiva que nos da la comprensión de la historia y por ultimo la certeza del nacimiento de una nueva conciencia planetaria y la apertura de un nuevo horizonte espiritual.

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