Junto a unos amigos estábamos reunidos estudiando e intercambiando sobre un antiguo escrito y en la ocasión uno de los pasajes, que se incluye a continuación, nos dejó algunas dudas. Más tarde, intenté avanzar más allá de la incertidumbre y aquí comparto esa tentativa.
"Quien tenga conocimiento de todo esto y no sólo conocimiento, sino también medios para montarse sobre el proceso actual de la conciencia, quien pueda dirigir la conciencia hacia el ocaso de la Desilusión, tiene asegurado el triunfo humano. Pero el otro triunfo, el de las ultimidades, tal vez no pueda nunca tenerse entre las manos." (Estudio del siglo XX, 1961)
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La vida se acaba, el tiempo es limitado, allí la existencia se enfrenta a sus últimos momentos, la ultimidad. Seria muy diferente si nuestro tiempo fuera ilimitado, si fuera posible no morir nunca y siempre habría algo por venir. El tema es si en la imaginación de nuestra vida se incluye su final y cómo, o si de alguna manera se lo niega.
Si se imaginara, por ejemplo, que en dos días uno se va a morir surgirían prioridades y temas, que dejarían, quién sabe dónde, a muchas de las cosas que hoy nos llevan mucho tiempo y que podrían considerarse cuestiones que nos hacen malgastar el tiempo de vida.
La muerte es la fase final de la vida, es una frontera, es el ultimo tramo, cronológicamente hablando es su ultimidad. Pero culturalmente no se piensa en eso, o se lo niega, o se lo conserva “plano”, al abrigo de algún dogma y lejos de internalizarlo o aproximarse a su experiencia con la imaginación . Es cierto que no sabemos cuándo ocurrirá y que tampoco sirve estar pensando negativamente en éste suceso.
Hay diferentes posturas ante ésto, dudas, negación, creencias, fe, tal vez búsquedas y también experiencia de un tipo de continuidad que podría existir. Si se incorpora, la muerte, al proyecto de la vida y se cuenta con eso, la vida puede comenzar a tener un nuevo sentido y surgir una nueva moral. Estas creo que son las reflexiones que inspira la toma de conciencia de los momentos de ultimidad de la vida.
Estos parágrafos que recuerdo de La Mirada Interna, creo que ponen el acento en la meditación sobre el ultimo tramo de la vida.
1. “No hay sentido si todo termina con la muerte.”
13. “Descubrí no por enseñanza, sino por experiencia y meditación, que no hay sentido en la vida si todo termina con la muerte.” (Capítulo III, El Sinsentido, La Mirada Interna, Silo).
4. “Si alguien me dice que aquel que no come muere le responderé que así es, en efecto, y que está obligado a comer aguijoneado por sus necesidades, pero no agregaré a ésto que su lucha por comer justifica su existencia. Tampoco diré que ello sea malo. Diré, con sencillez, que se trata de un hecho individual o colectivamente necesario para la subsistencia pero sin sentido en el momento en que se pierde la última batalla.” (Capítulo VI, La Dependencia, La Mirada Interna, Silo).
Parece que esto “pasos” no se enseñan, se experimentan y meditan. La propuesta de La Mirada Interna, nos expone directamente a la ultimidad de la vida, ligada al Sentido actual de la misma.
Una de las conclusiones del material “Estudio del siglo XX” que se incluye al comienzo de este artículo, creo que está presente también en este párrafo de la “Carta de Silo a David” del 14 de enero de 2008.
“...El punto está en que los cambios periféricos están haciendo creer a mucha gente, que esos son los cambios a los que se debe aspirar. Se debe ir más allá de la Ciencia y la Justicia para entender ese cambio. En efecto, como lo hemos destacado en varias ocasiones, quienes trabajan por el avance de la Ciencia y la Justicia, hacen el mejor esfuerzo para facilitar la superación del dolor y el sufrimiento facilitando las condiciones del cambio. Pero es claro que hasta la Justicia y la Ciencia se van torciendo en una parábola apresurada en la que la búsqueda del cambio se está orientando objetalmente, desconociendo lo más importante del cambio esencial. Este olvido de sí, este desconocimiento de superación de la mecánica mental, nos lleva a cuestionar las posibilidades de cambio...
Y aquí llegamos al punto de esa inquietante pero saludable noche, en la que pudimos expresar: No es posible el cambio esencial sin una dirección clara en ese sentido...”
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