¿A dónde voy apurado? ¿Qué evito con la aceleración? ¿Por qué siento que no tengo tiempo? ¿De qué estoy escapando? ¿Hay cierto “vacío” que me aterra?
Agradezco aquello que interrumpe el “ruido” o mi búsqueda de “tapar”, a cualquier precio, ese silencio que me pone en presencia de mí. Ese mí sin “cultura”, sin “paisaje”, sin nación, sin bandos.
Quiero aventar el tufillo del ropaje de la época, dejar las mascaras, “lo que debe ser”, quiero ir a lo simple que es eterno y que está en mí.
Quiero manejar mi atención y no que ella sea manejada por el “mundo”.
Quiero atender a lo que hay que atender y no fugarme en lo “importante”.
En la naturaleza hay silencio, en atender a otro hay silencio, en preguntarme hay silencio y en él surgen las respuestas.
Deseo encontrar al Ser simple que debajo de tanta hojarasca espera nacer para el mundo.
La complejidad de lo simple
jueves, 24 de diciembre de 2015
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