Podemos advertir, con cierta información, que en el ser humano hay ciertos patrones, “leyes”. No se nos escapa que la vida humana tiene ciclos vitales, niñez, adolescencia, adultez, madurez, ancianidad. Tampoco que en la conciencia operan, más allá de las propias subjetividades, los tiempos de conciencia, pasado, presente y futuro y que hay épocas que uno se inclina más a uno de esos tiempos, “vive de recuerdos”, “no tiene futuro”, “vive el hoy” y muchas otras variantes. También sabemos, por propia experiencia, que si el futuro se nos “cierra” tenemos un tipo de experiencia diferente a aquella que nos presenta un futuro “abierto” y esperanzador. Ante estas distintas perspectivas nuestro andar cotidiano se expresa particularmente.
Tampoco podemos descartar en todo esto, la presencia del azar, el accidente. Ni la presencia de las grandes emociones, el temor, el dolor, el sufrimiento, la búsqueda de la felicidad, la muerte y la trascendencia.
Por lo tanto si la historia y el presente (que está en camino de ser historia) están compuestos por la vida de millones de humanos de algún modo se expresaran allí todas estas características. No se trata, la historia, de un trayecto independiente de los humanos y su funcionamiento. Claro que la historia presenta estos mecanismos, de la conciencia individual, de manera compleja y se manifiesta en lo que se han llamado “los grandes números”. Es decir grandes contingentes humanos que se van poniendo en alguna frecuencia identificable con algunas de las características que hemos mencionado.
Puede ser interesante entonces conocer el funcionamiento de la conciencia y algún método que nos permita “captar” estas tendencias del ser humano manifestándose en los grandes conjuntos.
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