Este estilo de vida apoyado en las expectativas, cuando las tengo, “me siento vivo”, cuando estoy sin ellas “me siento apagado” y así va pasando el tiempo...
Se puede afirmar ¡siempre queremos algo a futuro! Eso es así, pero poner el sentido o la esperanza de plenitud sólo cuando lo alcance es cuando menos riesgoso. En principio porque esa actitud interna me encadena al éxito de mis expectativas y ¿qué quedó de todo ese tiempo en que viví yendo atrás de una imagen?
¿Cómo ese funcionamiento puede acercarme a la experiencia de sentido en la vida? si éste esta ubicado en un tiempo futuro y ademas depende del éxito. Más allá que lo alcance y que crea que fue un triunfo, no pasará mucho tiempo antes que mi sentido se vaya atenuando y nuevamente comience a sentir a la cotidianidad, aburrida, apagada o sin sentido, hasta que logre emplazar un nuevo objetivo provisorio.
Está bien plantearse direcciones a futuro, aclararse aspiraciones, tener proyectos o propósitos, pero no puede depender del éxito de estos el logro del Sentido.
Cuando se afirma que el sentido está en la acción se dice que aun aquella aspiración a futuro no puede postergar que en el “hoy” y en mis actos experimente sentido. El buen trato, el decir sí cuando es sí y decir no cuando es no, el ponerse en el lugar del otro, no pueden postergarse por ningún objetivo futuro. De nada servirá la sonrisa falsa, ni los roles, ni los cálculos, ni la manipulación, etc. Es un engaño y es un camino de sufrimiento.
El sentido lo quiero experimentar ahora cuando te trato, cuando te escucho. Abandonar esto y depositar la esperanza del sentido sólo en alguna imagen futura, nos posterga como humanos y nos ilusiona con algo que no es seguro, mientras, la vida pasa.
Voy hacia mis futuras aspiraciones y este sentido no puede oponerse a cómo hago lo que hago, ni estar ausente en mi diario vivir.
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