O dicho de otro modo, sin utilizar el recurso de la fuerza ¡son las imágenes a futuro las que mueven a las personas!
Esto suena sencillo, sin embargo, he estado en más de un aprieto cuando alguien me ha pedido alguna ampliación. Es como si sostuviera ciertos conceptos porque los escuché y repetí pero éstos no han ingresado suficientemente en mí, de manera de utilizar la propia experiencia para comentarlos, afirmarlos o recrearlos.
¿Cómo podría reparar esta distracción de haber dejado pasar el aprendizaje sobre estas afirmaciones?
Creo que una manera es repasar experiencialmente cómo funciona. Es decir cuánto reconozco en mí experiencia de esa afirmación, de manera de ponerla en duda, negarla o sostenerla.
Al hacerlo y utilizando un escenario imaginario de lo más sencillo, es decir, desprovisto de infinidad de objetos -descarto múltiples elementos porque en éste experimento no contribuirían a pesquisar el “movimiento” que estoy explorando-. Trato de indagar sobre la influencia del futuro en mi desplazamiento por la vida.
Los objetos que no tendré en cuenta a los que me refiero, son la infinidad de hechos que me rodean tanto de la vida personal como social. Como estoy tratando de captar un movimiento, aparentemente hacia el futuro, si en el experimento me despejo de elementos podré captar con cierta facilidad su dirección. En todo caso, luego vendrán las complicaciones.
Entonces, al despertar, para iniciar de un estado de “detenimiento”, aparecen en mi presencia imágenes de quehaceres que no están en el ayer, más que como objetos mentales del pasado, son recuerdos pero es lo que quiero alcanzar hoy, lo que me decide a salir de la situación de reposo. Aunque puede que lo haga para mejorar algo que hice ayer, es decir, la imagen que recuerdo del pasado, la ubico en el futuro de manera de retomarla y mejorarla o bien terminar algo que quedó pendiente del ayer que inevitablemente retomaré en el futuro que está a unos pasos de aquí.
Pasando en limpio lo visto, el presente (despertar) conjuga algunos recuerdos de ayer y otras tantas imágenes de los próximos instantes futuros, que son en definitiva las que me ponen en movimiento, aun movido por algo que sucedió ayer, lo que me mueve es el cambio que pretendo hacer de eso luego, en el futuro inmediato.
A este ejemplo elemental se le pueden sumar muchas complicaciones, sin embargo estas, no cambiaran el funcionamiento. Cambiaran otras cosas, como mi propio sentir presente por ejemplo; inhibición de salir de la cama, porque no se qué hacer en el día futuro o bien, por lo que realice ayer y ahora me pesa y no puedo dejar de pensar en ello, por lo tanto voy hacia el futuro débilmente, dubitativamente, pues tengo la cabeza para “atrás”.
Lo que hacemos en la vida es vivir y esto se hace hacia adelante desde el presente, con la memoria, pero siempre hacia “adelante”. Diferenciar los tiempos de la conciencia es un ejercicio explicativo y de aprendizaje, sin embargo en el vivir se mezclan, aunque no pierdan su propio “movimiento”.
¿Cómo puede ser que el futuro se “cierre” generando nihilismo y tristeza? Sucede cuando no hay en el tiempo por venir, posibilidades de cambio, ni siquiera esperanza de algo mejor.
Del mismo modo que se abre cuando allí en el futuro late algún tipo de esperanza, de posibilidad.
Por ésto es importante la reconciliación o la integración de lo pasado, para no ir hacia el futuro inevitable con la cabeza y los sentidos a “media luz”. Por ésto es importante la claridad en el presente, porque es la oportunidad de alcanzar la paz con el pasado y de recibir la fuerza de cambio que da el futuro.
¡La energía está en el futuro!
martes, 13 de octubre de 2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario