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¡El dinosaurio herido!

miércoles, 2 de septiembre de 2015

El funcionamiento de la dinámica política y económica del mundo se fue cerrando en un único circuito y ya no hay espacio para exportar una crisis “afuera” de la región donde acontece. Aunque por inercia se continúan intentando viejas recetas.

Cada conflicto interno que se espera resolver, generando otro por fuera del microsistema que lo está padeciendo, más tarde o más temprano regresará al seno de quien lo impulsó. Así si cada país que esta inmerso en algún tipo de crisis plantea conflictos fuera de sus fronteras a fin de palear la crisis propia, serán salidas de inmediatez y prontamente regresará el conflicto interno y las consecuencias del que generó afuera, que también lo afectará y de manera amplificada.

Prueba de esto son los problemas ecológicos que afectan más allá de las fronteras, las inmigraciones masivas, los quebrantos financieros, los conflictos bélicos, el malestar de las poblaciones, etc.

Francamente así no hay salidas a mediano o largo plazo. Más se avanza en esta dirección y más se multiplicaran los conflictos y mayores repercusiones mundiales tendrán.

Esta uniformización o “globalización”, como la han llamado, ya no cuenta con sistemas diferentes como lo eran la antigua URSS, la Cuba bloqueada de Fidel, tampoco está la China de Mao. Con sus diferencias culturales todos van entrando en la misma variante. Aun quedan algunos sectores del mundo islámico que se resisten, de diferentes modos, al avance del capitalismo occidental.

No se ha consolidado un imperio mundial, hay bloques regionales y países que se agrupan, sin embargo, más allá de “mejores y peores”, el imperio del dinero, el consumo y el poder muestra homogeneidad y se está cerrando cada vez más fuertemente.

¿Se pueden imaginar soluciones ante este panorama? ¿Cómo abrir un sistema cerrado?

Ensayando una salida se podrá buscar una vía, en la modificación del funcionamiento del sistema. Lo que está cerrado es un tipo de organización de sistema que ya agotó su tiempo pero no es la humanidad, ni las personas, ni es el mundo quien está sin futuro. No se puede confundir un "sistema", por más moderno y poderoso que se lo pueda ver, con el futuro de la humanidad.

Se trata de una forma de organización histórica con postulados del siglo XIX y que, aun con el excelente maquillaje otorgado por la tecnología, no puede ocultar su esencia, tiene que cambiar de forma, ya agotó su tiempo, su edad. Si tantas hipótesis científicas son renovadas o cambiadas por qué no va a suceder lo mismo con un tipo de organización.

Tal vez resulte difícil para un viajero de esta época vislumbrar los cambios y su dirección. Creemos que la gente lentamente está buscando y encontrando una nueva sensibilidad. Aunque se frene este impulso de tantas maneras, se comprenderá que ponerse en sintonía con él será la opción más inteligente para los poderosos.

Más allá de lo que está pasando y lo que pasará en un incierto futuro, mientras los cambios lleguen, podemos estar seguros de algo, se tendrá que tener en cuenta la opinión de la gente. Las personas no están en las estadísticas, ni en el número de votosSe deberá impulsar la participación popular alejada del verticalismo perimido. Tendrá que comenzar en los municipios o comunas y la organización de los barrios, con autonomía y más allá de la participación en los aspectos secundarios que hoy se presentan como "gran democratización". Los temas de salud, calidad de vida y educación, allí donde vive la gente, no pueden pensarse y dirigirse desde un centralismo burocrático lejano que da respuestas tardías, frente a la dinámica que existe en la base social.

El último dinosaurio dejó su lugar a nuevas formas de vida hace 65 millones de años.  Allí, el Sistema, tiene un espejo en el que mirarse.

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