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¡Todos somos genios!

lunes, 24 de agosto de 2015

A qué se deberá una afirmación tan entusiasta o por lo menos tan optimista. Quizás simplemente a que hoy me levanté de buen animo u otra variable coyuntural, sin embargo más allá de esto, me permitiré desarrollar lo que creo que fundamenta la sentencia inicial.

Inicialmente debo aclarar que entiendo por “genio”. RAE: Capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables. Por mi parte agrego: exteriorización genial en cualquier campo y con distintos alcances, pueden ser momentos, ocasiones, frecuentemente o muy esporádicas. También puede ser una manifestación individual o colectiva (un pueblo, etc.)

Qué sabemos, por un lado que hay condiciones diferentes en cada pueblo y también las hay para cada individuo. Pero hay que observar que todos aquellos que han mostrado genialidad en algún tema, no responden a ningún patrón de estas condiciones previas. Quiero decir, si bien hay situaciones históricas que facilitan las posibilidades, no todos los “genios” pertenecen a un tipo de cultura, a un genero o a una determinada clase social. A veces se dice que, fue gracias a las “buenas condiciones” que alguien se destacó y otras donde se afirma que justamente la falta de esas condiciones fue lo que lo impulsó.

Luego tenemos las variantes que le atribuyen la acción de sobresalir con “genialidad” a cuestiones referidas al cuerpo, características físicas, genéticas, etc. Del mismo modo que en el caso anterior, no se encuentra una matriz física que favorezca particularmente las características del genio. Como ejemplo, se han pesado y disecado cerebros de “genios”, luego de su partida, y nada relevante se ha encontrado allí que lo explique.

Hay otra postura que dice: “genio se nace”, llevando así la explicación mucho más lejos que las causas corporales y también que las condiciones sociales o culturales donde se vivió. Esta posición le está atribuyendo la causa de la genialidad a una suerte de predestinación, azar o cualquier otra intervención de “fuerzas” que permanecen lejos de nuestro alcance y de nuestra comprensión, así sólo asistimos pasivamente a esa “cósmica distribución de naipes”.

Ahora voy a ensayar una explicación que como siempre puede resultar discutible y ante la necesidad de generalizar, para fijar una concepción, seguro dejaré muchas variantes afuera. Dicho esto, desarrollo lo que me llevó a realizar la afirmación: todos somos genios.

De acuerdo a lo que se dijo hasta aquí, para comenzar, todos contamos con las condiciones sociales e históricas que por su facilidad nos impulsan o bien tenemos circunstancias que por sus dificultades también lo hacen.

Del mismo modo respecto del cuerpo, contamos con uno tan fuerte o tan débil como los que han sostenido a la labor de muchos “genios” hasta aquí.

Por otro lado atribuirle a la providencia o a cualquier fuerza extra mundana la razón de la “estrella” que acompaña a ciertos personajes, al estar tan “lejos” las posibilidades de confirmación o de “dialogo” con tales entidades, se reduce a una cuestión de creencia, así como se cree en eso se lo puede negar o bien creer que esa estrella es para todos. De entre estas se puede optar y decidir por cuál creer, pues en definitiva nada viene de afuera a contradecirnos o a apoyarnos.

Todo este planteo tiene muchas fallas, tantas cosas no se tienen en cuenta y se habla muy en general arrasando con tantos matices, particularidades e infinidad de consideraciones, como la dirección, las herramientas, el sentido, cariño o amor como manifestación de “interés”, etc., etc. Pero, si la afirmación está bien orientada, podrá aplicarse desde lo general a lo particular o bien simplemente denegarla y “dar vuelta la página”.

He aquí la inicial afirmación completa: todos somos genios lo que nos falta es un claro interés por algo y tiempo dedicado. Nos falta el tiempo porque no hay un fuerte interés.

Reducido a una fórmula, queda que el interés (I) sumado al tiempo (T) da un individuo (uno) más brillante o dicho más suavemente con posibilidades de destellos: I+T= 12

Puesto en alegoría se puede utilizar la conocida serpiente que se intenta morder la cola, ubicando en la cabeza el interés que dispara el movimiento circular ascendente.

También me resulta singular la imagen de que el interés es la chispa y el tiempo la yesca que iniciará el fuego.

Finalmente, llevando el discurrir a una imagen cotidiana, se puede afirmar que: todos traemos en la mochila los mismos elementos, hay quienes se interesan en verlos y conocerlos hay otros que no, otros que lo hacen de niños y otros de adultos y también otros que nunca miran en su espalda obnubilados por lo que tienen “delante”.

Ésta frase de Silo, de entre otras posibles interpretaciones, me sugiere ésta dirección vital:

“ama la realidad que construyes y ni aun la muerte detendrá tu vuelo”

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