Con el interés de profundizar en este concepto, en ocasiones hecho experiencia, intentaré ir un poco más allá del punto en el que ahora mismo me encuentro.
Para ello, me aclararé sobre su definición, intentaré describirme la experiencia, buscaré antecedentes y alguna conclusión.
Nostalgia (RAE)
(Del gr. νόστος, regreso, y -algia).
1. f. Pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos.
2. f. Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida.
Si bien son claros los significados que le atribuye la real academia, intentaré desarrollarme más en ellos:
Claramente en cualquiera de ambas definiciones se está ubicado en un presente, que por alguna razón encuentra su “referencia”, su afirmación en un tiempo pasado. Tiempo que como tal ya no está en el aquí y ahora y la conciencia “viaja” hasta ese tiempo en busca de algo cálido y reparador, que en muy pequeñas dosis, se trae al presente y produce su efecto momentáneo. Parece que esto se puede hacer ocasionalmente y también vivir largos periodos con la conciencia de que “eso” no está, situación que va generando una actitud de tristeza, de la cual se sale por instantes cuando “perdido” en los recuerdos se “revive” alguna de aquellas memorias.
Se habla de nostalgia como estado de la conciencia del presente que mira al tiempo actual desde una confrontación con un pasado ideal, donde la actualidad, por alguna razón, esta alejada u oscurecida respecto de aquella “luz” que había antes. En el presente se “perdió” aquello que se tenía y que supuestamente nos hacia felices. Este sería como un modo de estar general, pero, también se puede aliviar la melancolía por unos instantes, regresando ensoñativamente a escenas de aquel pasado y “perderse” allí momentáneamente. Luego de lo cual, las demandas del presente me exigen “conexión” con las situaciones, por lo tanto regreso al presente a través de la percepción y en general de las actividades, aunque con un tono, un residuo de aquel “viaje en el tiempo” y su clima lejano que me acompañará en mis actividades presentes.
Esta “caída” en la nostalgia, nos habla también de una situación presente, donde aun rodeados de objetos y personas nada nos ofrece plenitud, satisfacción. Situación que “proyectada” no permite imaginar en el futuro una salida o transformación y es allí que el pasado “llama” como último refugio de alivio para el “necesitado”.
Cuando el presente resulta el agotamiento del despliegue de razones e ideales pasados, que ya han agotado su fuerza y que muestran su distancia con la idea original, no hay futuro.
En esta situación del la conciencia, no se puede proyectar un largo porvenir.
Es un momento que también puede ser fundacional, un momento de resolver e integrar todo ese trayecto que fue surcado por el despliegue hecho por aquellos ideales, también de asumir la frustración y su consecuente desilusión. En esa situación la conciencia debe encontrar objetos indudables que hayan sobrevivido a todo ese periodo y elegirlos para apoyarse y desde allí comenzar a construir afirmación.
En ese estado, el futuro, es sólo un acto de fe con algunas pocas luminarias que a veces lo alumbran. Aunque alguien las señale, de todos modos no alcanza para aclarar a la conciencia, enredada como está entre el pasado y el presente.
Es necesaria una actitud paciente, pero activa, que permita “digerir” la desilusión y comenzar de nuevo, basándose en rescatar algunos pocos fundamentos verdaderos que, en su proceso, volverán a construir tiempos nuevos.
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