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Silo es bueno

jueves, 2 de abril de 2015

Desde hace un tiempo quería recordar esta frase que “ilumino” los muros del país durante la primer mitad de la década del setenta. Para algunos las pintadas fueron irritantes y perturbadoras, para otros una señal y una esperanza.

Los términos que contiene son muy vastos, pueden incluir infinidad de interpretaciones. Para el caso de Silo, sabemos que elaboro y trasmitió una Doctrina que hace libre y feliz al ser humano. Ser bueno implica infinidad de calificativos e interpretaciones.

En este caso haré una ponderación sobre la bondad de Silo y su doctrina, ejerciendo la libertad interpretativa y sabiendo de antemano que no puedo abarcar todas las posibilidades, ni siquiera las propias.

Uno de los aspectos que en este contexto me parece relevante es el concepto de cambio.

Escuchamos a diario y a veces de nosotros mismos, frases del tipo “soy así y no puedo cambiar” concibiendo la vida como una fotografía, estática y que sólo tiene un destino: el deterioro. Esto también muchas veces es llevado al mundo, definiéndolo como algo sin posibilidades de cambio: “Esto pasó siempre desde el principio de los tiempos”, etc. Toda esta concepción la podemos considerar “mecanicista” en la cual, tal vez influidos por la llamada “revolución industrial”, se concebían las cosas como engranajes de maquinas con una limitada cantidad de movimientos. Más recientemente, luego de la irrupción de lo tecnológico, se transformaron en conceptos como: ponerse las pilas, resetearse, cambiar el chip, etc. Aun siendo más “modernas” mantienen una idea mecanicista…

Pero esto no es así, de ninguna manera en el caso de la vida humana.

Es cierto que existen grabaciones en nuestra memoria y “huellas” por donde se encarrilan muchas conductas repetidas, también características particulares, elementos químicos y un gran número de factores que en estructura con la época, el medio inmediato y nuestra propia historia nos hacen ser de cierto modo y tomar ciertas decisiones, pero no se puede reducir todo esto a simples engranajes mecánicos. También ciertamente en ocasiones se puede advertir como estos funcionamientos se cristalizan y pareciera que ya nada los puede cambiar…

Seguramente la simpleza de lo mecánico ha servido para ejemplificar funcionamientos humanos, como en otros momentos históricos se pudo usar la agricultura o la observación de los animales o de la naturaleza, etc.

Pero es diferente que sea un recurso pedagógico a que a este artificio se lo considere algo real.

La Doctrina de Silo nos habla de “tendencias”, hermosa palabra! Es dinámica y no determinista, es decir estamos en un proceso vital que tiene sus tendencias, o sea cierta inclinación hacia…

Pero también la palabra contiene la posibilidad de advertirla, reconocer sus orígenes y comprenderla, pudiendo así actuar para modificarla y adelantarse a posibles sucesos…

También la palabra “tendencia” por omisión habla de “polaridades” es decir ciertas fuerzas que al estar activas motivan la “inclinación” hacia algo y otras que por estar ausentes no permiten que esta dirección se corrija.

Dejando ya el recurso de la física y yendo a la situación vital, Silo nos dice que podemos cambiar y también cambiar el mundo de modo simultáneo y esto sólo está limitado por nuestras posibilidades de influencia. Considerando “al mundo”, como el medio inmediato donde uno vive. La escala será diferente en casos donde la influencia personal tiene mayor alcance, aunque siempre se habla de una porción del mundo y de uno mismo como parte de él.

Pero de qué se trata esto, de un nuevo concepto o de un dogma o simplemente una frase de ocasión. No. Es una descripción que parte de la experiencia humana y que cualquier persona, si se dispone, puede comprobar en su propio sentir. Se trata de mostrar una puerta que parece estar oculta y que sin embargo existe, se la puede llamar intencionalidad, lo indeterminado, evolución.

Cómo no volver a recordar a nuestro antepasado homínida que representa esa posibilidad, aquel que no huyo del fuego e intento el contacto hasta que lo logró!

Una doctrina que nos rescate de conceptos desconectados de la experiencia vital, de dogmas incomprensibles y que ponga el centro en el propio registro de cada ser humano es sin duda el principio, en este tiempo histórico, de algo grande y bueno!

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