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Un llamado más allá de lo cotidiano

lunes, 30 de marzo de 2015

En una oportunidad escribí un artículo sobre la “sincronicidad” entre las conciencias humanas y también sobre la manifestación en ella de respuestas buscadas afanosamente: http://pablofnz.blogspot.com.ar/2014/12/algo-sobre-la-conciencia_18.html

En esta ocasión lo haré sobre los “propósitos” y la profundidad o intensidad que pueden alcanzar en la vida de las personas. Si bien el tema está en la misma región que lo tratado anteriormente, se centra en otro aspecto que resulta sorprendente y que ilustra sobre las imágenes, el emplazamiento de éstas y la carga afectiva con que son alimentadas por una parte y por otra, las anécdotas que mencionaré muestran, a mi entender, la potencia de los propósitos y el alcance que pueden tener cuando alguien logra “montarse sobre sus lomos”

Tomaré tres casos que ejemplifican este asunto y que tal vez como ha sucedido conmigo, inviten al estudio y a la reflexión a algún lector. No estoy poniendo la vida de estas personas como ejemplos, simplemente intento remarcar una particularidad que en este contexto los pone en relación.

Michael Faraday ingles nacido en 1791, a los 14 años ingresa como aprendiz de encuadernador de libros, así accedió y leyó todo texto que pasaba por sus manos. Durante esta época también despertó su interés por la ciencia, especialmente por el fenómeno eléctrico. Más tarde desarrolló el concepto de campo electromagnético, las leyes de la electrolisis y fue el precursor del motor eléctrico.

Heinrich Schliemann, alemán, nació en 1822 , lector desde pequeño de La Ilíada y La Odisea, llegó a considerar a los textos homéricos, más allá de lo mítico, como relatos históricos y guiado por estos libros descubrió varias ciudades de la antigüedad entre ellas Troya.

Finalmente, George Smith nacido en 1840 en Londres, su vocación lo llevo a realizar un tratado sobre los caracteres cuneiformes y tradujo la Epopeya de Gilgamesh, él mismo más tarde iría a buscar la segunda parte que completaría ese texto y “encontró la aguja en el pajar” y también tradujo.

Cada uno actuó en campos y especialidades diferentes y no fue su educación formal la que les permitió estos logros, por el contrario haciendo otros trabajos mantenían estas aficiones. Más allá del sentido común de la época, la moda o los mandatos culturales, se atrevieron a seguir sus vocaciones y el propósito que este “llamado” les configuró.

No podemos ponderar sus vidas desde la imagen de “éxito” que se puede tener en esta época, probablemente su verdadero éxito consistió en dedicar sus esfuerzos a aquello que los iluminaba convirtiéndolo en el “centro” de sus existencias.

Parece poco el tiempo de una vida humana en relación al tiempo histórico, sin embargo aquellas vidas que alcanzan su vocación y permiten que ésta los guíe, al parecer gracias a esa alta “concentración”, hacen su aporte.

Estos ejemplos, elegidos entre muchos otros, han encarnado el sentir de una época, es decir la atmósfera social indudablemente los ha influido. Pero ¿cuál de los sentires los ha influenciado mayoritariamente?

Porque sabemos que los medios donde vivimos nos condicionan y allí siempre están sonando las campanas del y del No

A estas alturas también sabemos que hay necesidades del cuerpo que no pueden esperar ser atendidas, ¿pero son las únicas necesidades o estas conviven con otras necesidades de la misma importancia?
Quizás unas necesidades son las que nos permiten vivir, en la medida que las satisfacemos, y las otras son aquellas que atendidas nos permiten existir…

Entonces ¿Qué valdrá la pena escuchar primariamente?

El “sentido común”, lo “razonable” que con la seducción de cada época propone ciertos logros o el clamor interno que enciende con su llama y lleva a buscar sin pausa lo aparentemente imposible…

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