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Algo sobre Humanismo II (la Rebelión)

domingo, 30 de noviembre de 2014

En este escrito intento un descenso en la amplitud del tema, que antes he tocado de una manera general, hacia un aspecto del Humanismo que corresponde más a la esfera individual y a las actitudes que pueden surgir desde la propia singularidad.

Ya Silo[1] ha expuesto sobradamente lo que define al ser humano, diferenciándolo de otros seres que habitan el planeta, no sólo por su constitución física sino también por su mayor elemento diferencial con otras formas de vida conocidas. Me refiero a su "historicidad" que a diferencia de otras especies, la humana nace en un mundo natural donde su propio cuerpo es parte de él, pero también nace en un mundo social e histórico, y se encuentra con infinidad de códigos construidos por otros seres humanos que irá incorporando y a su vez haciendo su aporte o cambiándolo en su devenir.

Hasta aquí el escenario que permite hacer aparecer un elemento, vital, dinámico y también síntesis de lo verdaderamente humano. Ese particular espacio interior que como un botón que al elegirlo comienza a ondular y poner en marcha diferentes proezas, de acuerdo a las posibilidades de cada cual. Es un componente exclusivamente humano, pues va más allá de la simple adaptación y que con su rescate y valoración dejamos atrás la prehistoria humana donde la mezcla entre lo “animal” o primitivo y lo humano se ha enseñoreado sobre la tierra.

Este especial componente, fue definido como “motor de la historia”[2] y alude a la capacidad humana de rebelión, contra el dolor, contra el sufrimiento, contra la muerte y contra todo aquello que nos aleje de la felicidad creciente o liberación interior.

Esa fricción interna entre el temor y la determinación a ser Humano, que hace nacer la rebeldía y que ya en el recién nacido se muestra en todos sus esfuerzos para ponerse en pié y desplazarse por el mundo en dos pequeños puntos de apoyo.

Como no mencionar en este contexto, al primer homínida que venció el temor irracional que le generó la rama con fuego y que en lugar de seguir sus primitivos impulsos y huir, se rebeló a eso, se acercó a él y comenzó a descubrir el fuego, sus inmediatas consecuencias y posibilidades. Él mostró un camino y escribió el primer capítulo de la historia humana.

Simultáneamente comenzaba también la prehistoria, que cada tanto era sacudida por una nueva página humana y así cuando el agua impidió el avance nació la canoa, cuando la montaña impidió el paso se la escaló, cuando la enfermedad cortaba el futuro se la investigo y curó, cuando la muerte quitaba la presencia física de los seres queridos, comenzó la reflexión sobre lo inexplicable…

Ese pequeño y singular acto de revelarse ante lo dado es lo esencialmente humano, ahí comienza en la propia existencia la maduración del ser humano que todos somos, que inscribe sus recuerdos en su propio libro y que contribuye de manera caprichosa e inexplicable con el proceso de todas las conciencias e historia humana.

La rebelión tiene sus Principios[3] que la asisten y es también el primer “regalo” que nos fue dado dentro del “equipaje” con el que llegamos al mundo…


[1] www.silo.net
[2] Acto público de Madrid, 1981, Silo.
[3] Los Principios, Cap. XIII, La Mirada Interna, Silo.

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