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El ideal de belleza

martes, 2 de diciembre de 2014

Resulta evidente que la época actual privilegia como máximo momento de belleza el de la juventud -hubo épocas históricas donde se ansiaban las blancas canas-. Es decir que, actualmente, de esa parábola que representa el crecimiento de la vida humana, solamente un corto segmento refleja el ideal.

De nada sirven el fantaseo de permanencia en ese “jardín”, tampoco los trucos cosméticos y ni siquiera la aplicación de técnicas quirúrgicas para intentar frenar un poco el marcador indefectible del tiempo.

Si la evolución natural de la propia vida pasa solamente por el deseo ferviente de convertirse en joven, para algunos acelerando la adolescencia; para otros, que ya transitaron ese tiempo de jóvenes, intentar infructuosamente anclar la nave en esas aguas. Si es en esas tensiones que se mueve la vida, lamentablemente hay que concluir que ella estará expuesta a una existencia como mínimo perturbadora. Pues en relación a los años de vida promedio de una persona, el sector que representa la juventud, en ese “todo”, es muy corto…

También se expresa este ideal cuando se pondera el futuro de un niño o niña, valorándolo imaginariamente desde ese momento, va a ser buen mozo o será alta y sensual, etc. No se ve por ejemplo que será un anciano pícaro, o una abuela de carácter fuerte. Además ya pasada la juventud se “acaricia” a alguien con comentarios sobre: como se “conserva”, no envejece, estas igual, etc. evaluado la actualidad del halagado en relación a la resistencia de “lo joven” en su aspecto.

Es cierto que tiene cierta lógica e importancia el momento joven, pues, entre otras cosas que se le puede atribuir, la naturaleza tiene prevista en esa etapa la perpetuación de la especie y claramente hace lucir a los “exponentes” del mejor modo para que ese estímulo milenario no se detenga. En este sentido no quiero limitar el tema a la biología y negar la poesía o romanticismo de todo este asunto, pues hay que reconocer que a lo largo de la historia se han ido humanizando los vínculos y el modo de vivir la sexualidad, más allá del mandato de la naturaleza, cosa que celebro.

Es indudable que la belleza más externa del cuerpo humano se manifiesta en la juventud, la piel tersa, la carne firme, la “frescura” y tantos calificativos que se pueden agregar a la lista. Los artistas de todos los tiempos han “retratado” en sus obras los atributos de esa edad.

Sin embargo lo bello puede depender de quien mira y descubrir que la belleza puede ser más amplia y estar en muchos lugares y de muchos modos. No se puede negar a la juventud su belleza, pero tampoco hay necesidad de limitar lo bello a esa única regla…

Por último, este devenir del tiempo, que no hemos elegido, se podrá asumir estoica y resignadamente, se podrá trampear hasta lo decadente o se podrá comprender y "soltar" lo que corresponda dignamente. Sobran ejemplos de todas las actitudes posibles…También, de entre todas ellas, hay algunas que continúan expresando belleza…



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