Después de recorrer con la mirada la larga prehistoria del ser humano, nos encontramos con la llamada historia de la civilización, periodo mucho más breve y caracterizado por la codificación de formas de comunicación, la domesticación de vegetales y animales; los asentamientos urbanos, formas culturales, etc.
Si bien hay distintas mediciones de estos periodos, singularizados por el manejo del fuego, el progresivo dominio de metales, el grado de "barbarie" correspondiente a cada etapa, etc. Se pueden sintetizar dos factores comunes, constantes y de desigual intensidad que han estado presentes en cada momento, en cada región y cultura.
Nos referimos a la matanza más o menos sistemática de otros seres humanos, desde los sacrificios religiosos, las guerras de diferente signo, el castigo “legal” a través de la muerte, las sangrías entre individuos por infinidad de razones, etc. En suma, el matar a otros humanos, fue y es una constante de los tiempos conocidos. Una monstruosidad difícil de comprender, aunque muchas veces fácil de "justificar"…
Hay otra constante en este panorama, que no ha tenido manifestaciones de tanta envergadura e intensidad como la anterior, aunque sí basto alcance sobre los seres humanos.
Nos referimos al acto válido, desinteresado en ayudar a otros. Esto desde la humildad de un hogar de cualquier época, desde el conocimiento expresado como “la ciencia” de cada período, desde los gobernantes con sus distintas formas de acción, desde el arte, desde la religiosidad, desde la acción anónima, etc. Todos estos intentos han ido, por su parte también, construyendo en el mundo su propia edificación.
Pareciera que hoy estas dos tendencias o líneas constantes con que venimos escribiendo nuestra historia han aumentado su desequilibrio. Las maquinas de matar son cada vez más poderosas y al parecer también accesibles, la opción de quitar la vida de otro es “la solución” de diferentes cuestiones.
Sin embargo, las maquinas de acciones válidas no parecen tener la misma capacidad de “fuego” ni parecen tan accesibles y tampoco se ve en estas acciones la solución de los conflictos.
En este momento de desborde de culturas, agotamiento de desgastados paradigmas, de conexión entre cada punto del planeta, en esta “bisagra” entre la prehistoria y la historia verdaderamente humana, se está comenzando a comprender que hay algo que aun no tenemos, la mayoría de los seres humanos…
Según creo, se trata de la experiencia o certeza de lo que sucede después de la muerte física.
No se trata de discutir creencias o de repetir relatos que se nos han transmitido. Sabemos que nos han llegado descripciones en cada momento y cultura que han intentado decir algo al respecto, dando dirección y esperanza en infinidad de casos. No se trata de eso, se trata de la experiencia personal e intransferible que necesitamos todos los seres humanos, de reconocer “acá”, ese espacio que vendrá “allá”.
Esa experiencia “trascendental” ojalá cercana y generalizada será el “escalón” de la nueva historia, donde el matar deje de ser una opción y los actos válidos sean los cimientos del porvenir.
“Máquinas” de acción válida
miércoles, 6 de agosto de 2014
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