Resulta evidente que todavía no se ha superado una instancia de la conciencia humana, si bien se aceleran en distintos momentos los acontecimientos y, el avance tecnológico por ejemplo, es notable, pero aun así los cambios de escala de la conciencia, más sutiles, tienen otros tiempos.
Esto se puede graficar, con este ejemplo, hoy alguien maneja una pantalla con sus dedos, comunicándose al otro extremo del globo en tiempo real, pero muy cerca de ahí, alguien golpea a su pareja o duerme en la calle alguna familia o tal o cual guerra, etc. etc.
Podemos decir que “ese” o “aquel” están locos o es un asesino o cualquier otro calificativo. Está bien, pero lo cierto que todo esto nos está pasando a los humanos dado que no se trata de hechos aislados. También afirmamos que hay muchas cosas interesantes y que la mayoría de los habitantes del planeta somos buena gente y es así ciertamente. Pero la idea de éste escrito es tomar cierta distancia para advertir lo que se enunció al comienzo. Aquello del lento avance de la conciencia y que se refleja en diversos campos, al par que en otros, más externos, se ven grandísimos avances.
Esta introducción en realidad es contexto de un tema, que tiene actualidad y con el que no me liga el afán de polemizar, defender o levantar otras banderas más que la de la no-violencia, la no-discriminación y la reconciliación de la que nos hablara Silo en el año 2007(*).
Entrando en el tema, hoy vemos cosas equivalentes a las que le dieron identidad a los Estados Nacionales, de los que con mayor o menor orgullo, participamos. Es más, parecen ser lo último, lo más avanzado en la organización social, aunque ya son largamente centenarios…
No hay que olvidarse que estas Repúblicas, creo que en todos los casos, fueron fundadas a fuerza de sangre, dolor, sufrimiento y materialmente con ocupación, compras simbólicas o robo de tierras, en las que vivían otros.
Hoy podemos decir: “el que no se escondió se embroma”, pues esto de formar Estados a como dé lugar, había que hacerlo en el siglo 19, ahora ya no va…
Lo puedo aceptar, pero eso no borra el pasado violento de nuestra identidad como nación.
Qué decir de otros Estados Nacionales antiguos y de otros más recientes que fueron adoptando distintas formas de “Uniones de Repúblicas”, “sesiones”, "secesiones”, "anexiones”, etc.
En varios casos contemporáneos, se trató de territorios que el colonialismo fue perdiendo y que “tardíamente” (en relación al 1800) se fueron armando nuevos estados en base a las culturas de cada quien.
Hemos llegado a ver como el avance tecnológico y los intereses de los antiguos colonialistas y algunos de los propios lugareños, le han dado rostro monstruoso, en muchos casos, a esas sangrías fundacionales.
Parece que esta lección aun, no la hemos aprendido!
Cuando se apela a la “legalidad” que tiene un Estado tal o cual, o bien, la legitimidad que tuvo en su momento, se mencionan a “poderes” que le otorgaron tal cosa, pero, qué derecho tuvieron realmente esos fácticos poderes de artificio, cuál legitimidad que el paso del tiempo no diluyó o modificó.
Cómo no mirar para dentro de cada frontera buscando reparar efectivamente los daños provocados para tener nuestro Estado y desde esa coherencia plantarse para dar testimonio de otros modos de acción, para otros que quieren vivir en territorios compartibles pero no ven como hacerlo en acuerdo.
Es desde nuestra auto critica que podemos pedirle a otros que no cometan el mismo error y proponer nuevas maneras de tratar las diferencias! Tal vez nuestra voz no sea escuchada, pero nadie nos quitará la posibilidad de arreglar las cosas en “casa”!
¿Cuándo se escuchará el poder de la gente?
Poder todavía asfixiado por democracias estrechas y jaqueadas por la tiranía del poder económico!
Si un Estado verdaderamente quiere resistirse a los poderes que lo “atenazan” tiene que necesariamente “abrirse” crecientemente al poder del Pueblo, somos millones! No hay otra salida!
No habrá paz verdadera hasta que no se escuche a los pueblos, esa es la verdadera legalidad, las otras legalidades son siglas, nombres cambiantes y que pocas veces son libres de intereses de parte.
O es que se cree que el aborigen conquistado, los pueblos sometidos en general y que en algún momento se calman, se cree que ahí termina la cosa? En absoluto, más tarde o más temprano se harán notar, aunque pasen generaciones y ya no se trate de los mismos, pero serán sus hijos, sus descendientes o más simplemente los que hoy ocupan su lugar y que en distintas formas aparecerán creando inseguridad al estado que “supimos conseguir”…
La legalidad de las decisiones es de la gente que vive en cada lugar. Más allá de su nivel cultural o cualquier otra presunción que se haga, pretendiendo descalificar con eso su ya impostergable derecho a optar!
(*) Jornadas de Inspiración Espiritual, Punta de Vacas, Argentina, mayo 2007. Enlace: http://www.silo.net/en/present_milestone/index/6
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