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Tienen mucha presión!

domingo, 6 de julio de 2014

Se habla mucho de presiones en el contexto de las situaciones por las que las personas atravesamos. Se dice: Tiene mucha presión tal o cual. La economía genera presión, la inseguridad, los temores generan presión. En suma muchas de las situaciones que atravesamos en la vida cotidiana generan presión. Está la opresión de los pobres y el apremio de los ricos, de los jóvenes y los adultos, etc. Pero también, hay presiones que estimulan y que sacan nuevas respuestas de las personas, poniéndonos en situación de reflexión sobre lo que sucede.

Siguiendo con esa metáfora, un tanto mecánica o de la física y evitando otros modelos que se podrían utilizar. Imagino que tal cosa –la presión- opera sobre una  especie de “resortes internos” que son los que reciben esas fuerzas.

Hay unos que tienen muchas vueltas y que aun aumentando la fuerza amortiguan esa intensidad. Hay otros que no tiene tanta resistencia y no tienen la utilidad de amortiguar, siendo así y en esos casos, el impacto da de lleno en una estructura más sensible, que es aquella a la que protegen estos espirales. También puede darse que el muelle se rompa por haber estado mucho tiempo sometido a presión o bien por tener alguna falla intrínseca. Qué decir de cuando los materiales amalgamados son tan rígidos que sólo con el movimiento se parten!

Qué significan esos resortes, qué significa que pierda capacidad de asimilar las fuerzas que vienen del exterior, qué significa que se rompan, que quiere decir que sean un buen estímulo.

Desde el punto de vista psicológico podríamos considerar a los resortes como creencias, valores, tácticas con las que acometemos la vida. Esas creencias y valores son lo que nos permiten dar respuestas y adaptarnos o no a los cambios y demás contingencias de la vida.

Ahora bien, cómo fortalecer los resortes, cómo remplazar unos por otros, cómo aumentar los bucles de estos elementos para tener mayor flexibilidad y capacidad de asimilación. Cómo ponderar cuál de ellos es más importante o cuál de ellos es prioritario. Parecen todas buenas preguntas…

Porque digámoslo, si bien uno puede elegir ir eludiendo a lo largo de la vida situaciones de fuerte presión, en algún momento, aun ante situaciones simples y no muy duraderas, uno puede quedar expuesto a estas intensidades,  porque también muchas cosas queridas, anheladas y deseadas cuando se alcanzan y se las comienza a disfrutar, casi simultáneamente, surge la presión que significa temer perderlas, por ejemplo.

En todo caso cada cual podrá buscar o tener las respuestas, sin embargo, en este contexto me surgen comentarios de Silo, respecto al fracaso de las expectativas que a lo largo de la vida una va hilvanado; surge también las diferencias entre falsas y verdaderas esperanzas; principios de acción válida para guiarnos; direcciones mentales hacia donde timonear nuestras vidas. Las distintas formulas de adaptación: decreciente, simple y adaptación creciente, etc.

Creo que en todos estos elementos y pautas se encuentran nítidas respuestas, en caso que uno se quiera formular las preguntas y buscar las respuestas...

Extracto de:
CARTAS A MIS AMIGOS, Silo, Sobre la crisis social y personal en el momento actual. PRIMERA CARTA A MIS AMIGOS, 7. El cambio humano.

“…No solamente se vislumbra una nueva sensibilidad, un nuevo modo de acción sino, además, una nueva actitud moral y una nueva disposición táctica frente a la vida. Si se me apurara a precisar lo enunciado más arriba diría que la gente, aunque esto se haya repetido desde hace tres milenios, hoy experimenta novedosamente la necesidad y la verdad moral de tratar a los demás como quisiera ser tratada. Agregaría que, casi como leyes generales de comportamiento, hoy se aspira a: 
1. una cierta proporción, tratando de ordenar las cosas importantes de la vida, llevándolas en conjunto y evitando que algunas se adelanten y otras se atrasen excesivamente; 
2. una cierta adaptación creciente, actuando a favor de la evolución (no simplemente de la corta coyuntura) y haciendo el vacío a las distintas formas de involución humana; 
3. una cierta oportunidad, retrocediendo ante una gran fuerza (no ante cualquier inconveniente) y avanzando en su declinación; 
4. una cierta coherencia, acumulando acciones que dan la sensación de unidad y acuerdo consigo mismo, desechando aquellas que producen contradicción y que se registran como desacuerdo entre lo que uno piensa, siente y hace. No creo que sea el caso explicar por qué digo que se está “sintiendo la necesidad y la verdad moral de tratar a los demás como uno quiere ser tratado”, frente a la objeción que pone el hecho de que así no se actúa en estos momentos. Tampoco creo que deba alargarme en explicaciones acerca de lo que entiendo por “evolución”, o por “adaptación creciente” y no simplemente por adaptación de permanencia. En cuanto a los parámetros del retroceder o avanzar frente a grandes o declinantes fuerzas, sin duda que habría que contar con indicadores ajustados que no he mencionado. Por último, esto de acumular acciones unitivas frente a las situaciones contradictorias inmediatas que nos toca vivir o, en sentido opuesto, desechar la contradicción, a todas luces aparece como una dificultad. Eso es cierto, pero si se revisa lo comentado más arriba se verá que he mencionado todas estas cosas dentro del contexto de un tipo de comportamiento al que hoy comienza a aspirarse bastante diferente del que se pretendía en otras épocas.
He tratado de anotar algunas características especiales que se están presentando correspondientes a una nueva sensibilidad, una nueva forma de acción interpersonal y un nuevo tipo de comportamiento personal que, me parece, han rebasado la simple crítica de situación. Sabemos que la crítica es siempre necesaria, ¡pero cuánto más necesario es hacer algo diferente a lo que criticamos!
Reciban con ésta, un gran saludo. 21 de febrero de 1991.”

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