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Reflexiones

sábado, 25 de enero de 2014

Se habla habitualmente de “experiencia”, me gustaría reflexionar sobre algunos aspectos de ella…

Se le atribuye por ejemplo, ser el fundamento de opiniones. Muchas veces se pone como el saber que da la acción de repetir ciertas actividades. Sin embargo, la experiencia no se limita sólo a aquella “cosa” o “resultado” que nos da el oficio en determinados campos.

Ni se restringe a la cantidad de años vividos o al hecho de haber pasado por diversas situaciones. Sin duda que estos factores son experiencias reconocibles para quien las ve en otros o también indudables para quien esgrime algunas de esas destrezas.

Pero se debe reconocer que hay también una experiencia más global, de uno mismo, que se define por ejemplo: en como siento mi vida en este momento, o en aquel determinado tiempo…

Me refiero a aquel sentir generalizado de mi existencia, más allá de los conocimientos, habilidades y situaciones que he desarrollado en mi historia personal.

Me pregunto entonces, en base a qué parámetros puedo ubicar mi sentir?

Me digo: ¡Es necesario ajustar la vida a los propios registros o a esa sensación global que me acompaña como trasfondo tanto en mis buenos días como en aquellos que no lo son tanto...

¿No es eso lo que hago? O ¿Tal vez ajusto mi sentir a los roles que despliego en la vida? ¿O a lo que se espera que haga? ¿O simplemente a lo que por educación y ambiente creo…? ¿O bien no sé muy bien cómo es o cómo está este tema en mí?

Si regreso a la afirmación inicial me pregunto a qué registros debo ajustar mi vida…

Me respondo: ¡Registros de Unidad interna o de Contradicción, división interna!

Esta respuesta aclara mucho el concepto y la orientación de mi reflexión…

Pero debo llevarla a mí mismo, a mi situación, relaciones, futuro, etc. de este modo tomo contacto con mi propia “arcilla” y cómo está y hacia dónde “modelarla”… Allí puedo cotejar los registros de referencia y descubrir lo que está pasando…

Poco se le puede reclamar al “yo” por lo hecho, hay errores pequeños y tal vez grandes errores…

Pero, ¿qué se puede esperar de mi propio “Frankestein”?

Este “muñeco” hecho accidentalmente y con mezclas que van desde el azar genético y del biotipo corporal, pasando por el medio donde nació y sus “determinadas” condiciones, éstos factores como "cultura de la época" y desde lo social, político y religioso terminaron de darle forma tanto en su adhesión a todo eso, cómo en su rechazo…

¡¿Qué se puede esperar de semejante amalgama?!

Quién es el responsable de que este “elemental” haya andado por el mundo acertando y errando cual bólido rodante. Tanto sus aciertos como sus errores prescribieron, si es que decido comenzar una nueva vida…

Por supuesto que desde él no hay responsabilidad, aunque se detenga en la culpa y el castigo, o el éxito y sus derechos. No es un camino de seria responsabilidad porque es ponerse al abrigo de las mismas reglas que lo formaron y que tiene en la repetición su esencia…

Debo aclarar que, mantengo esta reflexión en mí, o sea, una persona común sin grandes aciertos ni grandes errores. No la estoy proyectando a cada uno, ni a tantos otros, que las sociedades juzgan por sus delitos contra otros seres humanos. Tema con el que no me estoy metiendo, si bien podría hacerse una extensión artificiosa de la reflexión, no es ésta la ocasión.

Luego de esta necesaria aclaración, retomando el hilo del tema, relacionado con un cambio en la ubicación de la responsabilidad, es decir llevándola hacia adentro de uno mismo o más allá del ser, un tanto accidental o no elegido, que anduvo por la vida…

Evitando así la ilusión de los "contenidos" (imágenes, personas, situaciones, etc.) que están en mi cabeza y que a veces no dejan ver los mecanismos que me encadenan a los estados internos.
La fascinación de los contenidos mentales puede llevarme a dar direcciones equivocas a mis movimientos internos y arrastrarme a regiones de sufrimiento.

Por eso, tal vez saliendo un poco de él y mirando para "atrás" tome la vía del “consciente arrepentimiento” por lo hecho, por los afectados y pasando por la frustración alcance el interno fracaso…

Cuando se habla de Fracaso, no es resignación, ni tampoco refugio en una futura trascendencia, por el contrario, es vacío y resolución hacia un nuevo intento…

Es la espera de que lo trascendente como suave experiencia, esté acá en la vida cotidiana, en mis decisiones, en mi proyecto y en mis registros. Que me ayude a tener fe en la vida y en sus posibilidades.

No hay vida de verdad sin trascendencia, pero tampoco trascendencia sin vida!!!

De aquí de esta fusión entre vida y trascendencia, de este equilibrio, de este descubrimiento tiene que nacer mi aporte a la humanización del mundo a partir de mi medio inmediato…

Esto tendrá “sentido” si participan sin oposición los dos principios: Fe en la Vida y en la Trascendencia…


28 de julio del 2013

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