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Desde los 39 grados

jueves, 5 de diciembre de 2013


Existía un ser que era fijo y que vivía estable. Creía que el mundo se sostenía de acuerdo a la imagen que de éste él tenía. Estaba en una suerte de equilibrio con pocos cambios y si estos sucedían eran manejables.
Soportaba diferentes hostigamientos, pérdidas, reclamos, culpas y castigos. Pero resistía a la mortificación, en aquel mundo creado por sus deseos e imágenes.

Sin embargo, su mundo creado era una ilusión y su control o intento de dominio, era una tarea ardua, tensa, sufriente y siempre decepcionante, pues pretendía encajar una imagen plana y estática en una realidad múltiple, dinámica y tridimensional, plagada de intenciones, muchas veces divergentes y otras convergentes con las de él. Pero, aun en la convergencia eran móviles y cambiantes…
Ahí estaba ante un nuevo trastocamiento de su “castillo de naipes” mental…

¿Qué era "cambiar" en esa situación?
¿Qué era "aceptar" en ese estado?

La frustración era su medio natural, lo inmediato, lo propio de la desilusión…

El resentimiento, era una opción siempre latente, donde los otros, son los que alteran su imagen de equilibrio…

Por último podía abandonar, aun con desconcierto, las imágenes y atmósferas cultivadas en la construcción de esa fijeza…
Esta última opción, requería de un primer acto de finitud, que consistía en arrasarle la realidad, para ello un viaje en el tiempo, hacia el futuro, le cambió la perspectiva y pudo ver al dueño del tiempo cara a cara...

Ya de regreso, sus fantasmas, esas imágenes que fueron “atacadas” quedan rondándolo, resistiéndose a perder la pertenencia a ese cuerpo, aunque ya desequilibradas, descontroladas, giran con voces de lamentos y sonidos de cadenas, intentando no perder la atención del ser…

Pero él ya también se ha quedado sin la llave que le daba armonía a lo loco, a lo ilusorio, al espejismo…

Mientras, el reloj marcha hacia adelante, tic, tac, tic, tac, tic tac…

La estampida del ser y sus imágenes fantasmagóricas, pretenden forzar el tiempo hacia atrás, como en una anunciada y torpe intentona que quiere restablecer una disonante armonía perdida…

Aquí, el ser y sus fantasmas quedan en manos de otra fuerza que repare el derrumbe…

Todo esto está indicando que la pieza que le daba control se rompió y así una primera etapa se cumplió, claro, si es que deja de intentar lo imposible: reparar una ilusión, o sea, arreglar algo que no existe…

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