La vida presenta diferentes estrategias de adaptación y supervivencia. Los insectos, por ejemplo, despliegan sus tácticas y van sobreviviendo; lo mismo ocurre con los mamíferos, entre otros.¿Y qué tiene el Homo sapiens? La inteligencia y la capacidad de socialización. Estas características le permiten avanzar hacia lo “humano”, que ya no es solo un ámbito biológico, sino una construcción basada en esos dos factores, junto con otras cualidades que emergen.
Sin embargo, la época actual parece insistir en ir en contra de esos impulsos, generando un torbellino inverso que, en lugar de elevar el proceso, lo detiene. La socialización se utiliza de manera egoísta e individualista, donde los “otros” se convierten en mercancías, “alimento” o cosas desechables. Se ignora que, al final, ese torbellino también afectará a quienes lo alimentan y fomentan su movimiento inverso.
Ni siquiera es necesario recurrir a cuestiones morales, éticas o ideológicas; no hace falta. Se trata de algo tan básico y esencial como una estrategia de vida, una necesidad fundamental más.
Impulsar el torbellino de manera creciente afectará a cada individuo. No hay necesidad de ser egoísta ni meritócrata para avanzar. Generar vínculos positivos de ayuda e intercambio con reciprocidad impulsa a todos hacia una trayectoria ascendente.
Si se despeja la visión de tantas distracciones, al fomentar el movimiento correcto, nada de lo bueno se perderá; al contrario, todo se fortalecerá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario