By Roberto Recaliente
Sí, por lo menos en los últimos cuarenta años (tiempo aproximado del “pacto social” de vivir en democracia), se fueron cerrando todas las puertas que llevan a la posibilidad de lograr una vida digna para todos. Tras la esperanza vino la decepción y una nueva esperanza, luego otra decepción y así se llegó al:” que se vayan todos”, se cambió sin cambiar, se fueron sin irse, pero, nuevas esperanzas y más decepciones…
¿Cómo se logra un proyecto de vida? ¿Cómo se llega a tener una casa? Cómo se alimenta a una familia, cómo se hacen las cloacas, cuándo llega el confort, el agua. ¿El trabajo dignifica? ¿Cuál trabajo?
A estas alturas, se agotaron las salidas racionales, pero, a pesar de eso, se siguen buscando “salidas” …
La magnitud de la decepción y de la autocrítica necesaria, la marca el mismo personaje que es su síntesis: el Juan Nadie (hasta ayer) que consulta a su perro muerto…
No bastará culpar a personas, no bastará la autocrítica individual, también es necesario criticar el tipo de democracia y su funcionamiento.
Mientras suenan las alarmas que son activadas por lo que está pasando hoy, simultáneamente, hay que renovar las propuestas y esto será posible si se renuevan los individuos y conjuntos que pueden hacer algún aporte…
No hay comentarios:
Publicar un comentario