Probablemente a todos nos sucedió que, al ver a un viejo amigo luego de muchos años, sentimos un impacto al “cotejar” el recuerdo con la actualidad. Como si nos faltaran “pasos” intermedios en ese transcurrir del tiempo que se refleja...
Con uno mismo se da un fenómeno parecido al ver fotos antiguas.
En este “ir y venir” entre la memoria y el presente, me sucedido una vez ver a alguien que conocía, pero, por ser parte de un cuadro pintado siglos atrás: viajaba en un transporte público, en Florencia (Italia) y de pronto vi a quien pudo ser la modelo de “El nacimiento de Venus” de Botticelli, estaba tomada del pasamanos mirando por la ventanilla en búsqueda de la parada donde tenía que bajar...
Recordé la herencia genética que se da en las poblaciones y cómo el artista se inspiraría en su propio medio; también que tenía fresco el recuerdo de la pintura por el contexto que vivía en ese momento y otras consideraciones…
Aunque nada de esto atenuó la impresión que recibí... Como si el tiempo estuviera entreverado con nosotros de una manera caprichosa y no de la forma esquemática como nos tranquiliza concebir...
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