Hoy está multiplicada en el mundo y en la vida cotidiana, la diversidad, no hay campo en que ésta no se manifieste. Cualquier intento de una “diversidad” en convertirse en “homogeneidad” o “normalidad” generará violencia; aun disimulado en algún temporario “éxito”, tarde o temprano, ese forzamiento, activará su respuesta pendular.
Si se concibe a los conjuntos humanos (pasados, presentes y futuros) como una figura articulada, que, el ascenso de una parte, modifica a todas las partes en relación, se podrá representar cómo las decisiones y acciones que se emprenden tienen sus consecuencias más allá del espacio tiempo en que se tomen.
Está realidad, de ser una estructura permanente y en relación, donde todos somos parte, tiene como actitud clave y con futuro ante la diversidad, a la “convergencia”.
Está será desde las propias particularidades, sin renunciar a ellas, pero buscando puntos de coincidencia que permitan avanzar.
Todas las diversidades quieren algo mejor, tienen su mundo aspirado, pero es enfermizo que ese “mundo” se construya destruyendo a otros.
Como la diversidad no es lo esencial, pues hay algo anterior en todas ellas, es desde allí que se puede buscar la convivencia. Esta “esencialidad convergente” se refiere a las experiencias básicas del ser humano, que aun con actividades, creencias y costumbres distintas, son las mismas e impulsan a todxs.
¿Cuál es la palabra clave?
jueves, 21 de noviembre de 2019
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