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Ironica Press, correo de lectores, experto en generala.

lunes, 30 de septiembre de 2019

by Rumenigue, sociólogo de “La Academia” (Callao casi Av. Corrientes)

Estimados editores de IP, frecuentemente se escucha repetir que: “en la Argentina las cosas salen invariablemente mal” o que “cada diez años hay una crisis” u otras variantes que ubican el fluir de los acontecimientos del país en una suerte de mecánica funesta y descendente, casi como un destino inapelable y dramático...

Pues bien, daré otra visión, las llamadas “12 leyes del cubilete”:

1era. El argento se siente más cómodo en la adversidad.

2da. El triunfo lo atrae pero le teme.

3era. Si por algún esfuerzo u otro tipo de contingencia alcanza alguna victoria, inevitablemente el argento “se la cree”, se “infla” o se contamina con “el virus de altura”.

4ta. La tercera ley lleva a que sus caídas sean estrepitosas. Comienza a disfrutar de “las mieles del éxito” y deja de hacer el esfuerzo que lo ayudo a llegar allí.

5to. Lo afecta la conocida “atmósfera de la pampa y de la abundancia”: no es vago, es contemplativo.

6ta. Tienen sus virtudes, pero, pocas veces las visita y no está muy seguro de ellas porque siempre se le mezclan con el triunfalismo o con "que se la cree”.

7ma. Los que por alguna razón han logrado modificar esta tendencia quedan en el corazón de los argentos. Aun exhibiendo cosas de relativa importancia, deportivas, actitudes políticas, nominaciones, etc.

8va. El asunto de los 10 años capta que hay algún ciclo, ciertamente es así, aunque seria más correcto ver que el declive comienza alrededor del 7mo año y tiene su manifestación evidente un tiempo después.

9na. La anterior ley, se complementa con la siguiente: esos ritmos y ciclos son de la conciencia o del “balero” argento y no de fuerzas externas.

10ma. El argento boicotea su propia historia, forzando las cosas para volver a la adversidad.

11ma. Intuye que el triunfo implicará una nueva dinámica y mayor trabajo y esto le altera su “paisaje costumbrista”.

12ma. Suelen hacer lo correcto, pero con ideas o sentimientos errados. Oscilando así, entre el regreso de la acción que lanzó (como un boomerang) y el sentimiento de humillación. El cambio deberá ser profundo, cultural (en la croqueta) y se expresará en todos lo campos.

(Asesoramiento sobre “sintonía fina” a selecciones deportivas, políticos, etc. La Academia, mesa en 4)

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