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Conocí dos alquimistas

jueves, 26 de abril de 2018

En una ocasión, no estoy seguro de si fue porque yo hacia “algo” que atrajo la situación o por algún azar o una mezcla de ambas razones, que se vincularon en mi vida, de manera caprichosa, épocas y lugares. No puedo asegurar, si me alegra que ahora todo sea “normal” o, si aquello fue una muestra de un “mundo” del que se puede sentir nostalgia.

Me queda la intuición que no sólo los pensamientos, sino todo uno va vibrando en determinada frecuencia, aun con todas las variaciones que hay en la cotidianidad, pero que sin embargo, son parte de la misma melodía, la de uno. Ahora bien, se pueden producir, ocasionalmente fuertes modificaciones, de intereses, prioridades, estilos de vida, etc., esos cambios producen nuevos escenarios y aparecerán situaciones y personas diferentes como si concomitaran, sin saberlo, con esa variación. Si esto es así, es determinante cultivar ese principio y de ésta manera se podrá hacer posible esa sentencia de que “cada cual puede ser lo que quiera en la vida”.

Este relato, sera presentado en doce entregas, que culminaran en los primeros días de mayo. Según la tradición alquímica, durante el período que viene, desciende una sustancia especial desde lo alto, lo llamaban el “rocío de mayo”, no se trataba estrictamente de un fenómeno atmosférico, aunque sí, ese agua sutil era un vehículo. Esto escapa, por tal razón, a las cuestiones de hemisferios y resulta que durante el mes de mayo, sobre todo los primeros días, baja un tipo de sustancia universal extraordinaria, como la radiación del sol o el aire, este raro elemento es crucial para aquellos que buscan algo más para sus vidas.

Como un pequeño homenaje a esta gente, con la letra capital del título de las próximas publicaciones, se compondrá el vocablo “alquimistas” y para ello se utilizaran nombres de famosos personajes de las distintas culturas que utilizaron estos procedimientos.

Lo que aquí se contará, sucedió hace ya muchos años, había decidido nunca escribirlo, pero hoy, ya no creo lo mismo...

No revelaré las identidades de estas dos personas, pues acepto la tradición del silencio sobre estos menesteres, aunque sí puedo compartir con ustedes algunas partes de esos encuentros.
Nada de esto es imaginado, así sucedieron estos hechos, en todo caso puede haberse deformado algo con el correr del tiempo, pero en cuanto a lo esencial de lo visto y de lo que escuchado, no.

Avicena

Sucedió una vez que algún interés en el que estaba, que ahora no viene al caso, me llevo a buscar en la ciudad algún sitio que vendiera instrumentos y ciertas sustancias químicas.

No recuerdo bien cómo sucedió que di con una casa, común y corriente, que sin embargo al ser recibido por su dueño e ingresar en su interior, consistía justamente, en un depósito de todo tipo de elementos relacionados con la química y la medicina. Cajas y cajas se perdían en cada ambiente, en el pasillo, cubriendo las paredes y llegando hasta los cielos rasos de cada habitación, incluso los desplazamientos del propietario se veían dificultados por tanta cosa, aunque él con gran destreza se movía por esos laberintos sabiendo exactamente dónde estaba el objeto que se le solicitaba, aun los más pequeñas o insignificantes.

Sólo parecía salvarse de ese caos aparente, una pequeña barra que dividía el lugar de espera de los clientes con el resto de los espacios.

Si bien mis compras allí eran casi escolares, elementos sencillos y en poca cantidad, el despachante creía que mis intereses eran similares al de otros de sus clientes, uno en particular, que era al que más conocía. Sin rodeos me contó: que conocía a un alquimista, que trabajaba con otros más, aunque siempre había tenido contacto sólo con él. Este buen señor, al que se referia, se dedicaba a poner pisos de cerámica y ademas de comprarle instrumentos y sustancias, lo conocía, porque le había arreglado el piso de su casa, así me informaba sobre este personaje.

Llull Ramon

Por mi parte, no se por que razón este señor vendedor creía ver afinidades entre mis compras y las del alquimista, de manera tal que un día le pasó mi teléfono a ese cliente, aparentemente, pues recibí una llamada temprano y del otro lado de la linea, alguien se presentó sin rodeos diciendo: hola...soy un alquimista...

Imaginen la sorpresa que significó para mí, creía que ciertamente habían existido y eran parte de los contenidos de la Europa medieval, del medio oriente o Asia pero que nunca me iba a topar con uno, tantos siglos después. Estos pensamientos me dieron curiosidad y ante la oferta de tomar un café, acepté con entusiasmo pues nunca imaginé que iba a conocer a un alquimista!!!

La velocidad de la situación me impidió recordar el nombre de alguna cafetería, por lo tanto ofrecí mi casa para el encuentro...

No sabia con qué me iba a encontrar, ni que tipo de diálogo podíamos mantener, un alquimista y yo, pero esto no era preocupante y la curiosidad intensa...

Qo Hung

Por la mañana temprano, mientras preparaba café, suena el timbre y atiendo. Se trataba de este señor que se presentaba afablemente recordando que habíamos hablado antes. No recuerdo con gran precisión su aspecto, en todo caso, se trataba de alguien que no desentonaba con el resto de la gente que se veía en la calle y que, probablemente superaba los 50 años de edad.

Ya con la bandeja de café, regreso al espacio donde él me esperaba, luego de las consultas de rigor -azúcar, leche- le digo: bueno cuénteme...

Me comenta que dos compañeros y él son alquimistas, la casa de uno de ellos oficia de laboratorio y que estas actividades lo pusieron en contacto con el comerciante que había hecho de puente entre nosotros. Mencionó los distintos instrumentales que le habían comprado y los diversos elementos químicos, me contaba como si yo supiera o entendiera sobre el asunto, aunque realmente no lo podía seguir. Pese a que le insistía que era lego en la materia, el continuaba explicándome, quizás suponiendo que en realidad, quería ocultar mi saber hasta que reconociera a un verdadero par...

Urbina Isabella

Le ofrecí más café y aproveché para tomar un respiro y reflexionar sobre la situación... Al volver a la sala, le pregunto por su vida. Me cuenta de qué trabajaba -algo ya me había adelantado el vendedor de productos- la zona de la ciudad donde vivía y algún detalle más de su presente. Aclaro que cuando se dispara una curiosidad, puedo escuchar sin interrumpir, generado un monólogo que sólo alguna pregunta interrumpe. Así fuimos llegando a su pasado, al tiempo que vive en la ciudad y de dónde vino. Cada aspecto de su relato se extendía con normalidad en algunos detalles que lo completaban, debo decir que no era aburrido y mi disposición a escuchar y preguntar, cada tanto, era autentica.

En su juventud trabajaba en la minas cuyanas, allí aprendió sobre trépanos, vetas, rocas, etc. ese contexto en el que se movía le permitió, luego de que una vidente lo informara, saber sobre la existencia en un punto, no muy exacto, de un tesoro en oro y piedras preciosas. La historia que contaba la bruja, consistía en que al ser herido de muerte un cacique indio, huyó con sus mujer y con todo el tesoro que pudieron cargar hacia las montañas, allí anduvieron hasta que no pudieron más, su herida precipitó el final y su mujer india lo cuidó y se quedó allí a morir también, así fue como el tesoro, sin dueños, estaba en esa cueva.

Esta fue la sinopsis que me hizo sobre las causas que llevaron a ese tesoro a estar allí, casi al alcance de la mano...

Isaac el Holandes

Unos 20 años antes de nuestro encuentro, habían intentado él junto a otros, encontrar el lugar, cosa que aparentemente lograron, aunque no alcanzaron a romper las rocas que habían bloqueado la entrada de la caverna. Por distintas razones, herramientas, mal tiempo, falta de logística debieron abandonar la tentativa.

Más tarde ya emigrado de esa región comenzó una nueva vida, aunque nunca abandonó ese interés. Mucho más cerca de nuestro encuentro, logró contar la historia a un conocido de la nueva ciudad donde estaba viviendo, quizás había comentado lo del tesoro otras veces, aunque por primera vez dio con alguien que le prestó atención y que más tarde le ofreció financiar una nueva incursión.

Luego de varios encuentros de “planificación” se lanzaron a la aventura y emprendieron el viaje de más de 1.500 kilómetros para llegar a las montañas. Gracias a su conocimiento de las herramientas de minería, compran allí lo necesario para, más tarde, internarse en la cordillera hacia el secreto lugar que cobijaba el bendito tesoro.

El pequeño y legendario “el dorado”, buscado por este hombre, en plena época actual, me permitía advertir una linea que más tarde lo llevaría a los experimentos alquímicos, que popularmente prometían la transformación de metales vulgares en oro.

Volviendo al tema, nuevamente, el intento fracasó, si bien contaban con suficientes herramientas y logística en general, su mecenas, en medio de la incursión se enfermó gravemente y, tuvieron que retirase del lugar, ya con la roca a punto de romperse...

María la Judía

Finalmente, luego de un par de horas de conversación y ya despidiéndonos en la puerta, me arroja un comentario que, tal vez, había guardado para ese momento. Me dijo que: luego de una larga destilación de cinc o antimonio (no recuerdo bien) y horas de “baño maría”, se había tomado el liquido resultante y que tal ingesta le había curado de manera definitiva las hemorroides...

En este tramo, yo estaba un tanto perturbado, luego de escuchar tanta información, aunque había leído sobre estas historias o me había enterado, estar en presencia de ellas en la actualidad me produjo una sensación de irrealidad, de tiempos mezclados...

Por su parte luego de esto, él se marchó y, por alguna razón, creo que sintió que nunca más nos íbamos a volver a ver. Como en esos encuentros donde se siente que falló la “química”...

Hoy a la distancia, creo que las ilusiones de aquel señor sobre todo el asunto, no son muy diferentes a otras que se pueden tener y en todo caso, dadas las condiciones que le tocaron para vivir, intuyó y busco por caminos alternativos. Entonces, aunque se le puedan hacer objeciones, reivindico su búsqueda de lo extraordinario...

Isaac Newton

En este título, comenzaré a relatar el segundo encuentro que se produjo en la misma época, si bien en este caso nunca se trató el tema, creo que este alquimista era otro más del grupo de tres que ya se había mencionado. Por la coincidencia del momento, no pude evitar hacer esa asociación, aunque esta pertenencia nunca fue confirmada.

El encuentro fue diferente, en ese tiempo, por mi trabajo andaba mucho en la calle de manera que la primer cita fue en un café en el centro de la ciudad. Lo habíamos arreglado por teléfono en un diálogo similar al anterior. Según mi interlocutor, no habían dudas que una vez en el bar, nos íbamos a reconocer. Confié en su criterio y debo decir que así fue. Nos reconocimos rápidamente.

Parecía más joven que el alquimista anterior, es más, no era joven ni viejo y se me dificultó establecer su edad, quizás por la tupida barba que portaba. Me llamó la atención que llevaba en su mano derecha una rama, de algún tipo de árbol, de un centímetro de diámetro y de un largo que superaba al de un brazo. Tal vez otros no lo notaban, pero una rama muy recta ,sin corteza y preparada prolijamente, resultaba un complemento del atuendo algo singular y que llamaba la atención.

Por mi parte había llegado antes así que, él vino directamente a la mesa y ahí, ya sentados, comenzamos con el diálogo.

Sohrawardi

Luego de hacer su pedido al raudo mozo que apareció de inmediato, le pregunté en que consistía el asunto de la rama...

Me dijo que se trataba de roble (creo) mientras me miraba, con “algo” similar a lo que había percibido en el primer encuentro, me habla como si por mi parte supiera el significado del asunto. Claramente ambos alquimistas, al menos al comienzo, creían estar ante alguien del mismo “gremio” y que entendía de simbolismos y esas cosas. Creo que finalmente comprendieron que no era así, o bien, habrán pensado que mantenía una discreción y desconfianza a toda prueba...

Este señor me comentó algo del significado de la “varita” que portaba, relacionado con su "fortaleza", mientras esperaba que se retire el mozo que trajo el café, como evitando que haya testigos de los que comenzábamos a hablar, advirtiendo justamente que esto no se podía saber y que había mucha gente con oídos atentos en todos lados y esto, era algo que podía resultar peligroso.

Trimegisto Hermes

En este punto, hay que decir, que, por algunas lecturas que hice, relacionadas con el tema de la alquimia, se resaltaba allí que era parte de la tradición, el estricto silencio sobre los procedimientos y, si hacían divulgación, debía ser de manera figurada, con símbolos, analogías y alegorías que, resultaban indescifrables o desviadoras para los neófitos.

Uno de los libros más famosos de la Alquimia europea, se llamó “Mutus Liber”, justamente libro mudo, donde sólo existen originalmente unos cuantos grabados (dibujos) y que solamente los iniciados podían descifrar, además como re aseguro, había algunas de estas imágenes mal ubicados en la secuencia, para llevar así al improvisado, al fracaso anticipado.

Hay muchas hipótesis sobre éste, justamente, “hermetismo” en la tradición de los “hijos de Hermes” o Alquimistas: un gran conocimiento que puede caer en manos equivocadas, haber sufrido persecución en épocas antiguas y cuidarse que esto se repita, etc. en definitiva cuestiones que configuran todo un estilo de discreción. Cosa que por supuesto no estoy en condiciones de objetar.

Anaxágoras

Pero volviendo al encuentro, luego de esos comentarios mientras miraba en todas las direcciones y bajaba el tono de voz, por mi parte sentí un rapto de paranoia, aunque no sabia muy bien por qué. Aunque sin dudas que esa prevención a la que fui inducido concentró más mi atención en el diálogo.

Lo que siguió fueron temas referidos a procedimientos que habían realizado en el laboratorio con diferentes metales, con sustancias vegetales, grandes esfuerzos en “noches” de 7 días. También mencionó la existencia de personas de muchos años, viviendo entre nosotros y la posibilidad de evitar el deterioro del cuerpo, alcanzando la eterna juventud, con algún procedimiento alquímico...

Por mi parte estaba como “flotando”, sin creer lo que estaba escuchando y lleno de preguntas que, no alcanzaba a verbalizar, no quería frenar el impulso de quien tenia enfrente.

Así fue como llegamos a la parte, que tal vez él consideraba más importante, pues se trataba de los experimentos a los que estaban abocados en ese tiempo. Me dijo: ya logramos transformar en oro una pequeña partícula de estaño (creo), conocemos la manera, así que ahora produciremos una buena cantidad para, con esa riqueza mediante, disponer de todo el tiempo del mundo para hacer lo que nos interesa. Era tal su convencimiento, que si nos veíamos una próxima vez, iba ser en nuevas condiciones. No pude decirle nada y con una sonrisa le desee buena suerte y así nos despedimos.

Luego que se marchó, me preguntaba, si con el afán de no llamar la atención de los demás no hubiera sido mas discreto, portar un pequeño trozo de esa rama en un bolsillo, en lugar de caminar con semejante varilla en la mano. Supongo que de todas maneras, las influencias positivas que espera de la madera, hubieran llegado aun desde un pequeño segmento...

Por otra parte, nunca más lo volví a ver y no se cómo les fue con su empeño transmutativo...

Luego agradecí el contacto con estas dos personas, pues me mostraron asuntos de los que creía que sólo existían en los libros. Fue un mundo que se me abrió en un momento y que luego se cerró y regresé a lo conocido. Quizás con el deseo de que estos recuerdos no se conviertan en neblinosas imágenes, es que, por primera vez, los pongo por escrito...

En cuanto a estas personas, desde dónde juzgar sus elecciones, intentos y esperanzas... Cómo abrirse sensatamente a lo inexplicable o a lo “racionalmente imposible”...

Existe una cierta impotencia que genera el presente, buscar por esos caminos, quizás fue su manera de “locura”, para eludir, la gran demencia que hoy se evidencia en el mundo...

¿Qué será lo correcto en esta suerte de Babel moderna?

Soulat

Como epílogo de este relato, creo que como tantas otras revelaciones y verdades tuvieron su nacimiento y su proceso de angulación, así lo confirman tantos procesos humanos, que comenzando desde un punto de claridad, con el correr del tiempo, se van desviando de su objetivo hasta llegar, muchas veces, al punto opuesto del que plantearon sus“iniciadores”. La letra versus la práctica, los postulados versus la realidad cotidiana, pensamiento versus devenir, etc. Aspecto este muy interesante, que también forma parte de la “ciencia de la anticipación” que propiciamos en estos días...

Saltando de plano, hace tiempo se practicaba un juego conocido como “teléfono descompuesto”, donde experimentalmente, se comprobaba cómo se iba deformando un mensaje en la medida que pasaba de persona a persona. Creo que es una manera simple de entender este fenómeno de “angulación”...

Sin embargo, más allá la las necesarias adaptaciones y ajustes que hay que ir haciendo a lo largo del tiempo, hay avances y se intuye que, también hay formas de llevar adelante procesos donde se contrarreste, de alguna manera, esta tendencia mecánica a la decadencia o al desvío.

En este sentido, resulta muy sorprendente que la humanidad, sabe cosas muy precisas desde hace milenios y que aun así, por alguna razón, se va alejando de esos saberes y aparece la necesidad de que nuevamente aparezcan personas a repetir palabras antiguas con nuevos lenguajes. Este espiral es muy sorprendente. Creo que en el caso de la Alquimia, sucedió algo de esto.

La Alquimia no fue una organización, ni una religión, fueron intentos que cada individuo desarrolló y recreó con su mejor saber y sus interpretaciones. No existe “El Libro”, ni el “Profeta” de la Alquimia, es más, cada cultura hizo sus propios desarrollos que muchas veces se influenciaron mutuamente. Por lo tanto estas fantásticas acciones horizontales multiplicaron las visiones, las prácticas y sus búsquedas.

Así visto a la distancia, quedó tanta información, existen bibliotecas enteras de textos alquímicos. Sin haberse puesto de acuerdo en un congreso o cosas semejantes lograron proyectar el hermetismo (búsquedas, secretos y engaños) mucho más allá de su tiempo y hoy se requeriría de un trabajo titánico para depurar un procedimiento y encontrar el interés esencial de estas labores. O bien, se requeriría de alguien que, desde el centro de lo esencial, despeje el camino, porque sabe lo que busca...

En su propagación se mezclaron todo tipo de intereses desde los embaucadores, “sopladores” y “tintoreros” (así llamaban a los que no conocían el sentido del “arte” y que lo practicaban por razones espurias) hasta los que intuyeron y buscaron una verdad, más allá de los procedimientos. Muchos de estos, proyectaron en el mundo, descubrimientos y avances para su época y para la historia (primeras aplicaciones de la anestesia, ácidos, medicinas, instrumentos que luego tomará la química, en la física, etc., etc., etc.).

Creo que hoy, estamos ante la necesidad, no solo referida a la Alquimia, sino a tantas enseñanzas de la historia humana, de depurar tanta cosa y encontrar, si es posible, la mínima unidad que le da sentido a todo aquello, la experiencia básica, desprovista de todo, para desde ahí comenzar un nuevo tiempo en nuestra historia.

En este relato de 12 partes, se fue tensando el arco, lentamente se lanzó la flecha hacia un objetivo lejano y éste lanzamiento llegó al punto, dónde en realidad, se comprende que: hay que re-crear el arco...

“Ora, Lege, Lege, Lege, Relege, Labora et Invenies”, (Ora, Lee, Lee, Lee, Relee, Trabaja y Encontrarás)

Foto: laboratorio de alquimistas que, luego de una gran inundación, fue descubierto en Praga en el año 2002.

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