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Mirando entre líneas

domingo, 28 de enero de 2018

De algún modo la época propone cuáles son las condiciones externas, mínimas, para las personas; también la región geográfica o contexto dan su escala. En términos generales, hay aspectos que se los considera esenciales para una mínima calidad de vida. Aunque todo esto va cambiando, por ejemplo, hoy hay necesidades que hace unos cuantos años no existían. También influyen las expectativas sobre el modo que se quiere vivir, etc.

Si las condiciones mínimas, están rodeadas de opulencia, pueden no ser suficientes para el que vive en esa elementalidad, el contraste lo inquieta y paradójicamente es a este “grupo”, en general, al que se le pide un esfuerzo…

Además de los más evidentes aspectos que dan los requisitos de alimentación, salud, educación, esas condiciones externas son muy importantes para poder pensar, sentir y hacer bien. A nadie escapa, la dificultad que representa el agotamiento físico, algo de hambre, dolor o la ausencia de un buen baño, etc. Lo dificultoso o incluso imposible que resulta, en algunas de esas situaciones, que surjan temas que, vayan más allá, de la distensión inmediata de la coyuntura. Imaginemos lo difícil que será, cuando estas cuestiones no son pasajeras y son permanentes…

Cada cual tiene la medida, la escala, de esas condiciones externas. Cuando esas medidas externas se alcanzan, incluso se superan y aun así no se piensa, ni siente, ni se hace bien, estamos ante otro tema. Algo intangible, que abunda y que valdría la pena desentrañar…

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