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Crítica de arte, Ironica Press

lunes, 23 de octubre de 2017

By Federico Klin Cañoto (siempre metiéndose en el barro de la cultura)

Hoy voy a interpretar el cuadro llamado “La mininas están tristes” (museo del Pavo) del famoso pintor alemán Grim Grim, costumbrista romántico del siglo anterior.


La escena muestra en un primer plano, ocupando casi la mitad de la superficie, el avance de una tormenta de viento y nieve que oscurece la escena. Además, se ve en unos de los ángulos al labrador y su familia, muy activos. El sol casi desapareciendo en el otro extremo y detrás del conjunto, el granero. Curiosamente, no se ve la casa donde habitan los granjeros.

Algunos detalles menores como vestimenta, color de los cabellos y tipo de paisaje no parecen relevantes pues, simplemente reflejan la época y la región donde se “alimentó” la imaginación del pintor y no el tema universal que propone la obra, al que ahora me referiré:

Para comenzar, se ve a los mayores, mujer y hombre, conscientes de la gran fuerza de la naturaleza que, desatada, avanza sobre ellos. Saben que ningún intento podrá detener la tormenta y que, retroceder, es oportuno en esta temporada. También, por el modo que arquea las cejas la dama, permite inferir que ese retroceso no es debilidad, sino avanzar en algún otro aspecto que hace a su labor. Por eso no se muestra la casa, lugar clásico de descanso o espera, pero si se observa el granero, donde, hay muchas tareas que desarrollar y que, de hacerlas convenientemente, cuando la fuerza de la naturaleza amaine será tiempo ganado y se podrá avanzar resueltamente.

Finalmente, el granjero que se acomoda el sombrero y mira hacia el horizonte, trasmite con sus gestos que los tiempos meteorológicos son largos y que la tormenta anuncia la necesidad de prepararse para lo que vendrá, avanzar en lo que sea posible, será la acción más sabia, en lugar de mirar todos los días hacia el cielo esperando la primavera y negando el crudo invierno.

Para terminar, la firma del artista, que sólo usa uno de sus apellidos, nos dice que hay cuatro letras o caminos para avanzar con resolución, aunque claro para cada cual esos serán diferentes, dejando con este detalle el misterio y lo incomprensible, no como un desaliento frustrador, sino como un acicate inspirador…

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