Parece que la época esta llena de respuestas. Gracias a la ciencia, la tecnología y la mundialización tenemos infinidad de veredictos sobre los interrogantes. Hay para todos los gustos y múltiples opciones, pareciera que los contemporáneos, ya podemos saber sobre todo.
Pero es necesario hacer una pequeña distinción entre respuestas a interrogantes y opiniones. Creo que lo que abundan son las opiniones y no las respuestas.
En estos tiempos, pareciera que no hay que “pensar mucho”, que no es bueno, ni útil para la vida pues ésta requiere de respuestas eficientes y hay que “tener los pies en la tierra”. Ciertamente en alguna medida esto es así, sin embargo hay momentos y ocasiones donde pensar de este modo limita a la conciencia y además lo hace artificiosamente pues, de todas maneras, la conciencia intentará completar los aspectos que no percibe o desconoce y lo hará sin una dirección elegida o lo realizará de manera mecánica con el "material" que la época le provee. Dejando de este modo el campo libre a la hipnosis, a la fragilidad de las modas y a la “conciencia mágica”.
Así abandonar o no atender a las “preguntas fundamentales” no resulta una solución, por el contrario, resulta un verdadero problema.
Aquí se presenta la dificultad de que la búsqueda de estas respuestas fundamentales no representa ninguna practicidad ni da, aparentemente, eficiencia para la vida diaria. Además las respuestas están lejos del teclado y los buscadores de internet y por alguna extraña razón “no tenemos tiempo”.
Las preguntas y sus respuestas surgen de la interioridad, más allá de las creencias y las soluciones pueden demorar años en llegar. Sin embargo, paradójicamente, esa búsqueda puede dar orientación a la vida.
Como el ser humano siempre está en situación, las respuestas que se van dando desde las épocas históricas abren nuevos interrogantes y renueva los enfoques de otros tantos. Cada generación intenta responderlos, pero también formular nuevos. Hoy existe tanta información que nos catapulta a nuevas incógnitas y las viejas conclusiones, en muchos casos, no satisfacen ya como respuestas.
Por más que tengamos el celular inteligente y el aceto balsámico, las respuestas sobre el sentido de la vida y la muerte, por ejemplo, aunque se puedan repetir múltiples opiniones de ocasión, siguen siendo interrogantes vitales.
En medio de incógnitas, desorientaciones, espejismos e ilusiones que rodean el diario vivir ¿cómo encontrar certezas?
Me puedo apoyar en lo que leí por allí que me explicó la situación actual u otra cuestión. Muchas veces estas lecturas me aproximan a certezas o bien me completan algún argumento que tenia “garabateado” en mi interior. Aunque tengo que reconocer que siempre se tratan de elaboraciones de otros, que pueden ser de gran utilidad, pero que sin embargo representan solamente el final del proceso creativo que se desató en el autor original. Pero claro que todo lo que nos llega desde afuera es un importante aporte de datos, para que uno mismo pueda operar.
La “ecuación” no será completa en tanto no se active en mí una relaboración o recreación que ponga en marcha a su vez mi propio proceso creativo.
Muchas veces esto comienza con una pregunta. Hay ejemplos en la historia y de gran magnitud donde ciertos interrogantes han direccionado por años la vida de personas y claramente los guió hacia las respuestas. Muchas de ellas se completaron en la vida de esos seres humanos y, tiempo después, el mundo recién se encontró con ellas. Recordemos por ejemplo a Copérnico o Einstein.
Es decir que hay momento donde lo más claro y profundo que alguien puede tener como certeza, es justamente una duda que se formaliza como pregunta o interrogante.
Las preguntas más profundas, no se viven con urgencias, quedan ahí en el interior, como un tácito norte orientando y ayudando a colectar infinidad de estímulos e información, que se van acumulando y que serán parte de la futura respuesta.
Así como un explorador se aboca a su tarea de búsqueda, eso que busca, que está en su interior, contribuirá con las decisiones que tome respecto de por donde seguir recorriendo el camino, por allí sí por allá no. Le permitirá también ajustar la mirada para ubicar, entre tanta cosa, las que se relacionen de algún modo con su demanda.
La búsqueda de respuestas a un interrogante profundo puede ser la única gran certeza y convertirse en una guía de vida.
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