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Reflexiones sobre el libro La Mirada Interna (Cap. III)

martes, 20 de octubre de 2015

Me he preguntado acerca de la utilidad que puede tener publicar estas intimas consideraciones, sabiendo que lo más importante es lo que ellas le dejen como experiencia a cada individuo que se introduce en esta tarea.

¿De qué sirve compartir la experiencia si ésta no es transferible y puede estar mal o bien traducida?

Así me respondí esta pregunta: esto además de trabajo personal es también un intento de abrir nuevos canales de intercambio. De un modo similar a lo que sucede cuando uno descubre, luego de mencionar algún tema, que comparte el gusto e interés por una cosa con alguien pero lo ignoraba.

Aquí comparto las reflexiones que se sucintaron en mí con este capítulo, las notas fueron escritas durante el año 2011 y parte de 2012.

III. EL SINSENTIDO (primera parte)

El fracaso en el corazón, es un registro general, no se refiere a parcialidades en tal ámbito o en tal imagen. El corazón alude a algo central, vida, latido, emociones. Es un órgano que involucra la totalidad de la vida. El corazón o médula de lo que crees: el seno esencial de las creencias o la creencia que da vida a todas las demás…

…el último triunfo ¿estará relacionado con algún transito, con movimientos internos? …quedaron en el camino como vegetales de vida difusa y apagada, los triunfadores del sistema, no se los ve fácilmente como vegetales…Sin embargo el paso del tiempo es parejo para todos externamente y una vida sin destellos internos simplemente cumplirá el ciclo que también se puede advertir en un vegetal…Silo brilló siempre! Tal vez ese brillo y su ausencia nos hable del “nuevo cuerpo” para continuar. Si sólo uno es reflejo de su cuerpo, la parábola que le espera a ese brillo es más que obvia…

La ilusoriedad de la propia mirada se confirma cuando sólo se advierte el aspecto externo de alguien sin advertir cuales son aquellos destellos de otra luz…

Si no se comprende, la respuesta correcta no es la enseñanza sino, meditar en profundidad y sin apuro, así se puede llegar a la luz.

Mi actitud y dirección, si bien puede partir de una frase o doctrina aunque la memorice y de algún modo la internalicé, hasta tanto no mueva “mi cosa” por medio de la meditación no lo estaré haciendo en el sentido que aquí se plantea.

1. No hay sentido en la vida si todo termina con la muerte. Si sólo me muevo por las presiones del medio, por ensueños en los distintos campos, estos son elementos que terminan con la muerte, aunque no me lo plantee así. Las “cosas para mí”, para tener, disfrutar, etc. podrán ser vistas de distintos modos, pero en general son imágenes para el aquí y ahora o en todo caso de un futuro más o menos cercano. Se tratan de hitos para esta vida, alcanzarlos, disfrutarlos y darlos, etc. Todo esto no tiene proyección más allá de la muerte.

Toda esta historia de mi vida en el mundo y para el mundo, todo esto que he imaginado y que me ha movido, tiene su referencia en la vida, con el cuerpo y el de los otros que me quieren o no me quieren y me podrían querer, etc. es decir son muchos planteos y búsquedas que no son trascendentes, a menos que uno se imagine una vez muerto, en algún lugar donde continua viendo y sintiendo, sin el cuerpo, todo lo que pertenece a éste plano. Es decir disfrutando de los logros de acá, vistos desde el más allá…

Si todo ésto es sólo lo que me mueve en la vida, todo esto termina con la muerte, o sea cuando dejo de estar aquí, por lo tanto, no hay sentido en la vida, si la existencia está apoyada en estos temas que terminan con mi muerte.

Podría decir que “algo” mueve mi vida o que aquello que la impulsa no me pertenece, o que dios, o la naturaleza o la vida con mayúsculas se manifestó en mí, etc. etc. todo ésto no está en discusión, en todo caso, la traducción que la cultura, la época y uno hace de esta maravilla que es la vida, es otro tema. El asunto está más referido a los logros, las situaciones, materializaciones de búsquedas, expectativas, etc. Tener, ser, poseer, seres queridos, estar seguros, es inmortalizarse en un paraíso estático deseado aquí en la tierra. Todas estas aspiraciones, ensueños, proyecciones son para el aquí y sólo para éste aquí. Aun cuando pueda decir: quiero que mis hijos me recuerden de tal o cual manera o más en general: quiero ser recordado de tal modo. Siempre me lo estoy imaginando aquí y uno mirando desde algún lugar y con alguna sustancialidad –irrelevante para el caso- que me permite disfrutar como aquellas aspiraciones se materializan aquí.

Pues todo eso termina con la muerte, por lo tanto no hay sentido en la vida, todo es provisorio y niego esta eventualidad de muchas maneras…

Pasando revista a las cosas que a uno lo mueven, se puede advertir esto. Aun despegado de lo más personal, en esas aspiraciones se advierten pretensiones que son para mí. No sé si está mal o está bien, en todo caso en tanto no haya direcciones y acciones que vayan más allá de la muerte, lo que haga aquí, estará tocado por el sin sentido.

Todo ésto me desnuda que aquellos ensueños de realización son los verdaderos cimientos o fundamentos de mi vida y que éstos además terminan con la muerte.

2. La justificación de las acciones… Pude reconocer que el tema del bien y del mal es un fundamento, un lugar en el que me ubico. El registro posterior a la justificación es como de “no continuidad” de algo, no se me aparece una salida o futuro luego de la justificación. Como si fueran cosas de la “cabeza” sin un registro que lo acompañe que se pueda identificar como Estado, Justicia, Libertad, mis derechos, no tenía opción, etc.

La justificación requiere de apoyo en fundamentos de la propia cultura, si no son compartidos, no sirven para justificarse ante la propia mirada o ante la de los otros. La justificación tiene límites culturales, hay acciones que son justificables, sólo en el marco de una determinada cultura. También en una misma cultura hay divergencias sobre el valor de una misma acción, para unos es excelente y para otros despreciable.

El apelar a la justificación, es decir a algún código cultural, es darle un enmarque formal a fuerzas que tienen sus propios registros, en el caso de la “buena fe” y cuando hay “mala fe” sirve para acomodar algo ante las miradas de los demás y así pareciera que todo va, pero nada me dice todo eso de los registros propios ni de los registros ajenos.

Se puede apelar a construcciones morales y culturales pero éstas nada dicen sobre lo que sucede en mi conciencia, en mis registros. Sería diferente describir registros que aunque no justifiquen, es más valido para uno.

Creo que en la línea del bien y del mal va el fundamento de las justificaciones (Acto de París, misión del 80). ¿Podrían tratarse de nuevos fundamentos basados en registros de unidad o contradicción, “es bueno o es malo”?

¿Cómo es lo del vacío por delante? La justificación no se conecta con registros verdaderos, trata de acercarse a algún fundamento compartido, a veces con características de mentira, pero que se supone será atendido por el otro, aunque la realidad de los registros puede ir por otro lado o ignorarse por completo y moverse en un mundo de argumentos, palabras, etc. Con lo cual terminada la explicación y aunque sea atendida la justificación, de todas maneras el registro no crece, no se mueve y queda ante el vacío…

3. Dios es algo no seguro. Hay una primera respuesta que aparece en la variabilidad de mi creencia, pero esto no pone en duda el fundamento en mí, sino que pone en duda a mí respecto del fundamento.

Pero si profundizo más y concluyo que lo que está en duda es el fundamento, se produce en mí una alarma y una pregunta ¿Cómo? Pues nunca dude del fundamento “dios”, doy por sentado que está ahí por siempre. Se trata de un tipo de dios cultural aunque con algún nuevo atributo pero manteniendo sus características. Pero ¿Quién habla de ese dios? ¿Quién sostiene tal fundamento? Algunos que son poco confiables como representantes de algo espiritual, en todo caso serán buenos representantes de otros intereses, de la historia, pero no más. El fundamento se basa en lo dicho en libros, pero ¿cómo uno puede sostener tal cosa? ¿Tengo la experiencia que lo fundamente? Tal vez algunos chispazos pero que poco tienen que ver con las características de la imagen que se ha propuesto. Por lo tanto más allá de mí, el fundamento no es seguro, se basa en palabras, dichos, argumentos más o menos aceptables, pero no dejan de ser eso: palabras…

Por lo que veo en este capítulo, descubro que uno vivió basado en argumentos, habladurías que pasan de generación en generación y la vida así, no se basa en registros y se ignoran, no se “escuchan”, no importan y lo que se va contando con las palabras pareciera ser lo único real!

Desmontar todo esto y poner como fundamento los registros de unidad o contradicción seria cambiar de verdad!

4. La fe es tan variable como la razón o el sueño. Este fundamento tampoco es real es una palabra que pocas veces coincide con un registro, son más habladurías o viejos ecos que vienen de un pasado remoto donde tal vez tuvieron alguna resonancia. Podría hablar, discutir pero es como una piedra que se mueve en un río, está aquí, allá, no está, etc.

Se apela a la fe: “tienes que tener fe”, se le dice al necesitado y éste se pregunta ¿dónde la encuentro?

 La fe como fundamento está sujeta, a los ciclos, a los avances y retrocesos del mismo modo que la razón, que tiene ciclos momentos, equivocaciones, pérdidas, actualizaciones, cambios. Del mismo modo que el sueño donde los contenidos se organizan oníricamente en secuencias, cambiantes, imprevisibles, con materia prima de la memoria y combinados de diferentes formas.

Vuelvo a concluir que el fundamento de la unidad o contradicción es en lo que tendría que apoyar mi vida cotidiana. Pero despejar estos registros de las influencias de los viejos fundamentos de la cultura no es tarea sencilla. Pareciera que pongo los registros “al servicio” de esos externos fundamentos, por ejemplo la culpa, hacer algo “correcto” para desplazarla de mi presencia, se confunde con unidad…

Es todo una suerte de maraña que aleja de los registros esenciales, aunque nos permite “entendernos” con el mundo social…

Silenciar o desplazar al “yo” tal vez tenga que ver con esa intima necesidad de encontrase con la presencia de lo humano sin copresencias culturales y epocales…

5. Lo que uno debe hacer…La palabra definitivamente me lleva a advertir que lo que uno debe hacer está sujeto a explicaciones de situación, estas van cambiando con el tiempo y con las mismas acciones. Que las explicaciones de hoy pueden ser cambiables, adaptables a nuevas situaciones que se van moviendo en estructura. Toda la discusión en torno a las explicaciones no le da mayor fijeza, pues igual cambian con el movimiento de todo. Es decir que “lo que debo hacer” no está apoyado en algo definitivo que no cambia, que no se mueve. Por el contrario “baila”, por lo tanto tampoco es un fundamento permanente o no provisorio.

6. La responsabilidad del que se compromete…El concepto de responsabilidad tiene que ver con cuestiones morales, es decir que se atiene a lo que está pautado moralmente, por lo tanto depende de una particularidad cultural. Es un concepto abstracto que incluye diferentes registros. Por ejemplo, se incluye allí la culpa, la presión de situaciones, de ensueños, de paisajes culturales. Por lo tanto cuando me responsabilizo por algo acepto tales registros y los englobo en el concepto “responsabilidad”.

Pero qué digo del que se queda en la casa o peor aún, en la calle sin asumir ninguna responsabilidad? Que rechaza o abandona esos “motores” y queda a merced de las necesidades del cuerpo solamente. Si la responsabilidad del que se compromete es mayor que la del otro que se queda en casa, lo es conceptualmente y por acuerdo con el medio social. Pero en sí mismo, son los propios registros y justificaciones y no hay tal “entidad” llamada responsabilidad.

7. Mis intereses… ¿Qué son mis intereses? Hay intereses intelectuales, culturales, ensueños, aspiraciones, necesidades, gustos. En general cosas más o menos elegidas y que la época y el sistema van ponderando o priorizando. Todo ésto tiene variedad de matices, por lo tanto si me muevo por “mis intereses”, me muevo por mis intereses, ¿cómo puedo llegar a ser héroe o cobarde siguiéndolos? ¿Ante quién? ¿Ante los otros que hacen lo mismo en base a sus propios intereses?

Seguramente lo que importa son mis propios registros y no ir tras esos modelos para ser o para no ser. Pero, ¿por qué importa en éste sentido la mirada externa más que los propios registros?

Tengo en mí el modelo mitológico como forma y con contenidos cambiantes y estos se comparten en distintos grados con el medio en el que se vive. Esos cambios van respondiendo a lo que uno cree que necesita o a carencias de la época. Pero en todo caso uno no tiene un registro sino en función de acercarse o alejarse de esos héroes o cobardes.

Es como que cada uno de estos puntos me muestra un mundo de habladurías y que no me ayuda a centrarme en mis propios registros, son como “voces” que se repiten y me llevan de un lugar a otro, de una habladuría a una nueva habladuría, pero ¿qué hay en el centro de mí mismo si el paisaje se silencia?

8. Mis intereses no justifican ni desacreditan nada… Desde mis intereses no puedo justificar ni desacreditar nada, son simplemente habladurías cambiantes. Lo puedo justificar para mí pero no necesariamente para otros y el “para mí” será con argumentos discutibles. Lo mismo vale para desacreditar algo. No sé si habrá alguna ubicación más elevada, que deje atrás a “mis intereses”…

9. Mis razones…No son mejores, ni peores, sólo son las “mías”. Es como si la vida sinsentido flotara fútil y cambiante en una variabilidad de choques absurdos…Este “galope de caballos salvajes” va moviendo todo y éste absurdo se compensa  con la seriedad, lo solemne, la importancia. Así son mis razones volátiles y cambiantes, ¿sobre qué están apoyadas? Sobre presiones, creencias, pareceres, necesidades, ocurrencias. Pues bien, las de los otros también a no hacerse el vivo!


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