“El pobre lo es porque quiere, no quieren trabajar pues con voluntad
todos pueden salir de ese estado… Prefieren vivir de los subsidios… No hay que darles el pescado, que aprendan a pescar…”
Sorprendido porque hacía
tiempo que no escuchaba una frase de ese estilo y más porque me la decía un
joven de unos 20 años, comencé a reflexionar para intentar avanzar desde el
rechazo visceral que siempre he sentido, ante tales argumentos, hacia alguna idea
que me permita entender lo que se dice y convertir mi aversión en buenas
razones para oponerme a tales dichos...
Quiero aclarar antes que
nada mi ubicación ante esta frase, dado que esto anticipa el punto de vista,
desde dónde abordare el tema.
No estoy de acuerdo. Me rebelo ante tal afirmación, aunque sea más una
cuestión de sensibilidad que de argumentos.
Intentaré encontrar
argumentos que le pongan algo de “conciencia” a mi sentir.
Como mínimo la frase de
referencia desconoce la influencia del medio en la formación de la subjetividad
humana.
Por lo tanto, quien
afirma tal cosa piensa aisladamente sin advertir las concomitancias y la
estructura que se da entre el individuo y su medio.
Si bien no son absolutos,
lo determinado, está ahí cuando un sujeto nace, es decir su cuerpo, su medio
familiar y social y el entorno natural.
Por otro lado, pedirle a
la subjetividad de otro que se comporte como la de uno, es un poco extraño.
Dado que eso no es estrictamente posible porque son personas diferentes. Los
demás no serán sólo fotocopias del más “inteligente”, o sea, de quien pontifica
sobre lo que deben hacer los otros.
Es cierto que siempre
habrá algún ejemplo al que referirse, cuando se sostiene que los pobres pueden
salir de su situación por medio de su voluntad, podrá ser un propio abuelo o
padre u otro pariente, o bien, alguien más lejano y reconocido por muchos como “único”
artífice de su situación actual.
Sin embargo quien lo ve
así, también tiene que reconocer que no muchos seres humanos son científicos o
notables o estrellas del deporte, aunque cualquiera de ellos afirme de algún
modo en un reportaje, la importancia de la constancia y otros aspectos
similares para el logro de lo que son…
Nadie duda que la mente
humana pueda hacer grandes cosas, grandes cambios y transformaciones del medio
natural e histórico-social en que nace. Pero tampoco debemos ignorar que la experiencia que cada uno tiene en su
vida, va creando una imagen y valoración de ese mundo. Ésta lo proyectará hacia
él de diferentes modos. La mayoría de las veces entre pocas condiciones de
libertad.
Los Estados
no deben apoyar sus políticas en concepciones erróneas como la que
aquí objetamos, sino en crear las condiciones mínimas de vida para cada
habitante. Lo de la subjetividad no
justifica la desigualdad y la falta de oportunidades y no constituye materia para quienes se ocupan de la cosa pública.
Dejar en manos de la
subjetividad de los pobres que dejen de serlo, es lo que se propone con esa
frase del comienzo. Mientras quien lo dice está operando con un teléfono
“inteligente” y una computadora de última generación. Con el vestido que le
gusta, bien alimentado, con un pasado particular y un futuro posible que lo
anima en su vida cotidiana. Cosas que serian útiles para todos.
Tampoco el planteo que
encierra la frase inicial tiene sensibilidad, pues si ésta estuviera, llevaría a no querer para los otros, lo que uno no quiere para sí.
En una suerte de “tenaza”
están hoy millones de seres humanos, sin
la humanización que todavía permanece en “grandes sueños” que habitan,
generación tras generación, en muchos humanistas de la historia.
Por un lado del cepo, una
visión que se puede encuadrar en el “darwinismo social” es decir la
supervivencia de los más aptos: Quien no pueda adaptarse y superar las
condiciones que le impone el medio, mejor que desaparezca.
Por el otro, una visión
cristiana o de una iglesia rica que se “ocupa” de los pobres, esto quiere
decir: aun con pena, que lo sigan siendo pero con el amparo de fuerzas
celestes…
Protección de fe que no
quiero objetar en cuanto a creencia, en todo caso, objeto a una institución,
que no parece hasta aquí, medir con la misma vara el dar que el recibir.
Muchos intentan salir de ésta
trampa a través de una adaptación resignada y otros por medio de las drogas, el
alcoholismo y la delincuencia.
Sin embargo, la historia muestra que es posible, en pocos años producir
un gran salto de calidad, más allá de los signos y los supuestos “motores” que
han impulsado las revoluciones, ese es un hecho indudable.
Hay muchos antecedentes
de este asunto que desacreditan la teoría de que tienen que pasar muchos años
para que algo cambie, está probado que esto no necesariamente es así.
Cuando interviene la intencionalidad humana, tanto en lo natural como
en lo político-social todo es posible, aunque se diga que se tienen que dar
ciertas condiciones, para generar ese cambio, la creación de esas condiciones también
puede ser parte del proyecto humano.
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