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Divagaciones en el viaje

martes, 14 de mayo de 2013

Luego de un viaje de catorce horas, incluyendo varias de éstas de demoras inexplicables, como suelen ser, tuve oportunidad de dormir, mirar y por supuesto divagar sobre el cuaderno.
Algunos amigos me preguntaron acerca de cómo es el medio de locomoción que utilizo, otros se sorprenden que me anime a viajar allí, dado su alto nivel de deterioro…

Por el momento, diré que tengo algún inexplicable “cariño” -más cómico que trágico- por este medio de transporte.
Aquí intentaré describir y dar contexto sobre este medio de transporte para aquellos que no lo conocen.

El tren

Consiste en una larga formación de vagones y una locomotora en su inicio.

Estos vagones son de distinto tipo, a unos se los denomina “Pullman”, que significa más o menos: coche de lujo de un tren, con asientos confortables, tapizados y de posición graduable.

Luego de estos, esta el “coche comedor”, lugar donde claramente se ofrecen cosas aproximadas, a lo que su nombre indica…

Finalmente, englobados en el termino “clase única”, hay dos tipos de vagones. Unos que antiguamente eran llamados: de 1era. (Algo inferior a Pullman) y que el paso del tiempo y otros “agentes”, nivelo hacia abajo, con los de menor comodidad, llamados “clase única” o “clase económica”.

Además del azar, lo que motoriza todo esto, es la locomotora y la gente. Maravilla mecánica de motores "Diésel”. Con una potencia impresionante que el paso del tiempo y los otros agentes a malherido, aunque sin arrebatarle su sentido y función…

Están las vías, por supuesto, que en gran red conectan ciudades, pueblos, parajes y estaciones entre si y la llanura que se abre paso entre estación y estación.

Dentro de los distintos vagones, están obviamente los pasajeros. En los vagones Pullman hay “mozos”, están los empleados del “comedor”, algún electricista y por supuesto el Guarda cargo. Finalmente el maquinista.

En cuanto a los pasajeros, algunos de ellos van bajando y subiendo en las estaciones intermedias y otros van hasta el final del recorrido. Los “mozos” de Pullman, ayudan a subir y bajar las maletas. El electricista hace “magia”, a veces con buenos resultados dado el deterioro de los materiales. Algunos de los empleados del comedor van y vienen, a lo largo de la formación, voceando lo que ofrecen para comer o beber, en tanto que otros están para atender en el comedor mismo.

Con el maquinista no hay ningún contacto, opera la locomotora y en estrecho vinculo con el Guarda va parando y arrancando.

La “formación”, tiene su momento mas esplendido cuando esta en medio de la llanura, allí el medio salvaje que la rodea, la reivindica como el bólido fuerte y moderno que algún día fue.

Pero al poco de entrar en la ciudades ese encanto de “potro salvaje” se esfuma y se convierte en una vieja maquina de otros tiempos…

El Guarda
Quisiera abrir la lente sobre este personaje, dado que a mi modo de ver, es la síntesis de todo este asunto y es tal vez la mejor manera de acercarse a la experiencia de viajar en este medio…

El Guarda, recorre en distintas oportunidades el tren, informando y solicitando boletos.

Éste, vestido con traje gris, muy gastado ya y con una suerte de gorra policial. Tiene atributos de ser “el jefe” de toda la formación y como tal, hace cumplir las normas, aunque como todo “jefe”, cumple las directivas hacia “arriba” y hacia “abajo” agrega las propias…

A sus espaldas, se lo denomina “chancho”, no precisamente recordando la nobleza del jamón u otras delicias que provienen del animal. Muy por el contrario haciendo alusión a las características menos agradables de estos animales…

Sin embargo, rescato de este personaje, que es quien pone el pecho estoicamente a la decadencia y mantiene las formas, aun rodeado de un “desastre total”…

Su momento de mayor esplendor es cuando comienza el viaje, va haciendo su presentación vagón por vagón y anunciando la hora de arribo al destino final con una precisión suiza…

Lleva en su mano un atributo que le pertenece sólo a él. Consiste en una especie de pinza metálica y brillante que con destreza, maneja con una mano y que sólo sirve para hacerle al papel de los boletos un pequeñísimo orificio ¿?¿!

Los pasajeros al recibir esa “marca” en su pasaje, ya pueden relajarse, pues el guarda los oficializó como pasajeros. A otros, aún sin pasaje, ya los atenderá más tarde personalmente.

Va repitiendo la hora de arribo, mientras marca y marca los boletos, responde a alguna pregunta, referida al horario de arribo a alguna estación intermedia y con justeza de minutos afirma que a “X”, llegamos a las 10. 12 hs. o a “XX” a las 15. 57 hs..

Suele suceder, que un viento huracanado ingresa por las ventanillas rotas y le vuela la gorra al guarda, en tanto que las puertas rotas, se golpean incesantemente con la agitación vascular descontrolada del vagón.

Sin embargo ante este panorama, el Guarda, cual capitán de barco en naufragio, mantiene su rol y sigue afirmando que: llegaremos a destino a las 17:14 hs., aunque ahora, después del incidente, nos conceda un “aproximadamente”…

Pasado, presente y futuro

Me pregunto que pasó con todo esto que miro… Más allá de la información que registran mis sentidos, puedo representarme situaciones pasadas de confort y comodidad que otorgó en su momento y que hoy como gestos y modos caídos se repiten sin ton ni son. No se ven sólo las cosas rotas, son restos de cosas que fueron buenas, cómodas y útiles, testigos de todo este proceso, de más a menos, por el que está transitando.

El trayecto del tren, se completo por primea vez en septiembre de 1886, es decir hace ciento veintiséis años, fue recién en 1947 cuando paso a manos del Estado y a pocos años de eso, comenzó a mejorar e incluso incorporar formaciones de máximo confort para la época: el “Super Pullman”, ya en el año 1952 cubría el trayecto en 3 horas y 45 minutos ¡Exactamente la mitad de tiempo de lo que hoy demora!

Desde hace casi cuarenta años conozco, a través de infinidad de viajes este tren. Cuando lo conocí ya estaba algo deteriorado aunque todo funcionaba. Sin embargo, era tal vez el punto medio de su decadencia, a la vista de lo que se observa hoy.

Actualmente está en una situación deplorable, aunque sigue siendo de utilidad para mucha gente que vive o viaja a las estaciones intermedias y que en pequeño número no alcanzan a ser un “buen negocio”, para empresas privadas de ómnibus que son realmente las que han crecido en todos estos años.

Es muy difícil de imaginar que no desaparezca, como también que mejore sin hacer algo muy fuerte sobre todo el sistema ferroviario. Pero debo admitir que su tendencia mayor es a desaparecer, las otras son posibilidades, son por ahora buenos deseos, digamos…

Pero si es en las tendencias más significativas, en las que uno se debe apoyar, así como su pasado, también su futuro, esta claramente manifiesto en este presente…


Septiembre 2012

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