Se percibe un pesimismo creciente y radical en algunos intelectuales de izquierda y progresistas. El avance global del autoritarismo parece dejar a este "campo progresista" en una derrota que no es coyuntural. Por el contrario, la analizan como la pérdida no de una batalla, sino de la disputa histórica con esa visión egoísta del mundo.
Esta suerte de "fin del mundo" es el reflejo de que las aspiraciones no se han cumplido y, además, de que la crueldad parece triunfar.
Los ejes de este pesimismo son claros. Por un lado, élites globales y locales que acumulan y compran todo y no parecen motivadas a mejorar la vida de la humanidad. Por otro, una capacidad destructiva global (nuclear, bacteriológica, etc.) que está en manos de esas mismas élites. A esto se suma el avance creciente en la manipulación de la subjetividad de las personas, utilizando los avances tecnológicos, así como el auge de gobiernos con insensibilidad social apoyados por mayorías. Y finalmente, la conciencia de la caída definitiva de los "dioses externos" y la soledad universal.
Puede ser que este catastrofismo sea una señal de que algo ha terminado, y que el camino a seguir implica aceptar y reconocer el fracaso de ciertas creencias —como la democracia formal— y de ciertos valores e ideologías. Hay cosas que van cambiando y es necesario reconocerlo; no podemos confundir las "cáscaras" con lo esencial. Si los otros importan, hay que reflexionar sobre cómo ayudarlos, en lugar de creer que las recetas de siempre tienen la respuesta. Quizás la expectativa no tiene mesura, quizás la acción no es oportuna. Se pueden revisar las expectativas y las acciones.
Tal vez todavía no se pueda vislumbrar los aspectos positivos que trae el cambio, ni la importancia de la dirección que podemos asumir, impulsar o elegir.
Se abrió un portal histórico gigante, nunca antes fuimos tantos distribuidos y conectados en todo el planeta. Esta gran puerta tiene el poco atractivo nombre de "Fracaso". Es el profundo deseo de renovación tal vez lo que impulse a pasar por ahí. La otra opción es quedarse en la frustración, confundiendo nombres y palabras con lo más importante: aquella buena esperanza a la que no hay que renunciar.
Si todo esto ciertamente se relaciona con el presente, solo queda una pregunta fundamental:
¿Qué se debe dejar atrás para atravesar ese portal del fracaso y la renovación?
Tal vez todavía no se pueda vislumbrar los aspectos positivos que trae el cambio, ni la importancia de la dirección que podemos asumir, impulsar o elegir.
Se abrió un portal histórico gigante, nunca antes fuimos tantos distribuidos y conectados en todo el planeta. Esta gran puerta tiene el poco atractivo nombre de "Fracaso". Es el profundo deseo de renovación tal vez lo que impulse a pasar por ahí. La otra opción es quedarse en la frustración, confundiendo nombres y palabras con lo más importante: aquella buena esperanza a la que no hay que renunciar.
Si todo esto ciertamente se relaciona con el presente, solo queda una pregunta fundamental:
¿Qué se debe dejar atrás para atravesar ese portal del fracaso y la renovación?